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08 septiembre 2014

Actividades patrias en Etzatlán 08SEP/14

Así eran antes las Fiestas Patrias de mi Etzatlán
(Relato)
Por: Carlos E. Parra Ron

El 13 de septiembre por la tarde se hacía la representación de la gesta heroica de los Niños Héroes, para esto se turnaban las escuelas primarias y secundarias año con año, para efectuar dramáticamente este pasaje tan importante de nuestra historia.

El 14 de septiembre, Día del Charro, un gran día para los practicantes del llamado “Deporte Nacional”, pues se organizaban de tal manera que comenzaban con un desfile, con la participación de todos los de a caballo, las reinas, princesas y pajes, encaminándose para asistir a una misa de acción de gracias en la Parroquia, una buena charreada en el lienzo y por la noche el gran baile de coronación de su graciosa majestad, la reina de todos los charros y los que no son.

15 septiembre, un día de mucha actividad en donde el deporte se manifestaba en muchas de sus facetas, competencias en donde lo único que se disputaban era el honor del triunfo, así pasaba el día para más tarde iniciar la preparación del escenario en donde los artistas tendrían que participar y ese se componía de unas tarimas de madera, sobre tambos de lámina de 200 litros, maderas que debidamente unidas, formaban un estrado, ahí mismo se premiaba a los equipos deportivos triunfadores.

Por fin poco antes de las once de la noche, ya se arremolinaba la gente frente a la presidencia, esperando a que le primer edil pronunciara el significativo grito, mismo que diera inicio a nuestra Independencia. Primero el secretario leía el Acta, después el presidente vitoreaba a los héroes que nos dieron patria, mientras el señor cura tocaba afanosamente las campanadas. Inmediatamente después los fuegos pirotécnicos hacían su aparición, el mariachi tocaba las notas del segundo Himno Nacional, la Marcha de Zacatecas, y en una gran fiesta el pueblo gozaba de esa paz que nos legaron aquellos grandes personajes.

El16 de septiembre, lo sigo recordando como el gran día de las Fiestas Patrias de mi pueblo, y las cuales hasta la fecha siguen siendo las mejores.
Todo era un verdadero bullicio, desde muy temprano empezaban a tronar los cohetes y a sonar las campanas, esta era una invitación que se hacía a los parroquianos, para levantarse y disfrutar por completo esta gloriosa fecha.

Las mujeres ya estaban listas para cocinar unos ricos chilaquiles con los sabrosones frijoles chinitos, quesito seco bien espolvoreado, y una sabrosa salsa picante, bien acompañados con un jarro de rico café de olla o atole gordo eso sí, casi hirviendo para disfrutarlo sorbo a sorbo y no quemarse, un vaso de leche recién ordeñada o una rica agua de jamaica.
Era larga la fila en la casa para entrar al baño, unos se bañaban con agua fría y otros la ponían a tibiar un poco. Nos bañábamos lo más rápido posible, restregándose la espalda con el estropajo y los talones con la piedra pómez, y por ser día especial con jabón de olor, no como otros días que lo hacíamos con jabón de lejía, este día teníamos que estar bien arregladitos y perfumaditos.

Ya recién bañados y peinados venía lo bueno… ¡Los estrenos! ¡Un cambio completito! Ellas a estrenar vestido, ropa interior y hasta zapatos, y nosotros desde sombrero, hasta huaraches o botines, muy pocos son los que estrenaban zapatos, pues este día era casi de ley que anduviéramos a todo lo que dábamos, todos irreconocibles… ¡si así anduviéramos diario! Otro gallo nos cantara.

Las calles se engalanaban adornadas con banderas tricolores que pendían de una casa a otra, unas cadenas de papel de china con los colores nacionales, igual era en todo el centro, incluyendo la Presidencia y la Plaza.

Los niños ya bañados y peinados, lucían con orgullo sus uniformes de gala y se dirigían a la Plaza Principal para reunirse con sus maestros y demás compañeros. Los de las escoltas eran los que iban mejor vestidos. Siempre ha sido un gran orgullo el pertenecer a ella, pues por lo regular elegían a los alumnos más sobresalientes de cada escuela.

El Presidente Municipal, un poco desvelado y desgañitado por el grito de la noche anterior, se encontraba medio atolondrado y no es precisamente por el famoso grito, sino más bien fue por la “guarapeta” que se puso con sus allegados y algunos regidores que lo acompañaron, bueno para no andar con tanto rodeo, más bien amaneció “crudelio”.
Pero luego empezaba el desfile después de la parada cívica, el primer edil era quién iba al frente como abanderado y luego la comitiva, flanqueado por los regidores, atrasito de ellos los directores y demás empleados del H. Ayuntamiento, la Banda Municipal y luego todas las escuelas y colegios, algunos de ellos traían su Banda de Guerra, carros alegóricos y hasta la mera cola la Asociación de Charros. Ellos le daban un colorido especial al desfile.

El recorrido por las principales calles del centro duraba más de dos horas, la gente se empezaba a distribuir a los lados de la calle, unos parados, otros en sillas sobre las banquetas, otros más en las azoteas y ventanas, el chiste era no perderse del tan lucido espectáculo. Algunos papás se echaban al cuello a sus niños para que vieran mejor, otros pequeños lloraban y hacían berrinche para que les compraran una banderita o unos globos tricolores.

Algunas escuelas traían sus tablas rítmicas, así es que se detenían periódicamente para realizarlas, mientras que los de atrás se paraban y los de adelante avanzaban, así es que era un desbarajuste, pues había veces que hasta una cuadra de distancia era el retraso, y la gente se enfadaba, pues aguantando el solazo les urgía que terminara pronto, o por lo menos que no se interrumpiera para que valiera la pena la tatemada.

Volviendo al desfile, observábamos a las damitas que muy coquetas marchaban, aguantando el andar con sus tremendos tacones haciendo actos malabáricos, después no faltaba quién no aguantara los rayos del sol y cayera desmayada, pero siempre hubo quién por pura precaución, llevaba una botellita de alcohol para reanimarla. Las maestras grita y grita, iban tratando de guardar el orden o más bien corregir el desorden, pues no faltaba el muchacho llevadito que le daba un coscorrón al de adelante o el que le metía zancadilla al de un lado, sin dejar de mencionar a los que iban platicando. De un momento a otro las filas se tornaban en unos horribles zig zags y es cuando se les pedía que guardaran su debida distancia, acomodándolos de nuevo en su lugar, para eso estaban los mentores, para disciplinarlos.

Y por fin llegaban al lugar de donde partieron ya todos cansados pero muy felices y ya por la tarde para seguir con la fiesta, disfrutaban de los juegos tradicionales de la sortija, el pollo enterrado, el palo y el puerco ensebado. Por la noche la despedida con artistas en la Plaza de Armas… ¡Qué tiempos aquellos! Y lo mejor de todo, es que la mayor parte de estas bellas tradiciones se siguen conservando.

ACTIVIDADES DEPORTIVAS



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