Deficiente
atención a afectados por masacres
El martes pasado, luego de haber enterrado a sus hijos en
el panteón municipal de Tala, familiares de Juan Pedro González Raygoza y de
Jorge Alfredo Vázquez Partida, afirmaron a MILENIO JALISCO no haber tenido
atención de ninguna autoridad, luego de que les entregaran los cuerpos de los
dos jóvenes que desaparecieron el 22 de abril pasado.
Juan Pedro y Jorge Alfredo eran dos de los doce hombres
secuestrados en una casa de seguridad ubicada en Ahuizculco, en Tala, de donde
una parte de las víctimas privadas de su libertad logró escapar el 8 de mayo a
través de una ventana y correr, desnudos y hambrientos como los tenían, ante un
descuido de su cuidadora. No tuvieron tal suerte los dos jóvenes, que fueron
ejecutados al día siguiente de un tiro en la cabeza. Ambos inocentes, ajenos al
crimen organizado, trabajaban en el comedor para empleados de la empresa Jabil
y regresaban a sus hogares cuando fueron levantados tras descender del camión
en la plaza principal de Pacame, en el municipio mencionado.
La noticia que dio cuenta del hallazgo de los cuerpos de
dos hombres en una brecha, llevó a sus familias al Servicio Médico Forense. Ahí
reconocieron a sus muchachos. A nueve días del asesinato de estos jóvenes, así
como de la localización de otros 18 cuerpos mutilados en el municipio de
Ixtlahuacán de los Membrillos, la Procuraduría General de Justicia del Estado
de Jalisco (PGJEJ) no ha dado atención a todos los afectados, pues trabaja en
la localización de sobrevivientes y deudos para brindarles apoyo psicológico.
“Ya estamos atendiendo a tres de las víctimas, de los 18,
ahora sí mutilados encontrados en Ixtlahuacán, familiares de las víctimas […]
de los otros estamos trabajando en la localización […] para efectos de
acomodarnos a sus tiempos, se dio la instrucción claramente con los peritos”,
aseguró el coordinador general de la Dirección de Atención a Víctimas del
Delito y Servicios a la Comunidad (DAVDSC), Luis Antonio Gómez Hurtado, en
entrevista con este diario.
El funcionario indicó que el pasado 18 de mayo también se
otorgó “una primera intervención” a siete de las víctimas sobrevivientes de
Tala; mientras que no se
pudo localizar a las tres restantes, pues dejaron su domicilio tras los hechos
sufridos.
Agregó que ese mismo viernes, los psicólogos contactaron
a los deudos de los dos jóvenes de Tala…
La jefa del Departamento de
Promoción y Prevención del Instituto Jalisciense de Salud Mental (Salme), Mirna
Rivera González informó que se ofrece apoyo a las víctimas para salir del estrés
agudo en que se encuentran.
Lo cierto es que derivado de estos multihomicidios, el Salme
planea llevar esta estrategia no sólo en Chapala sino a todo el estado:
“Empezar a fomentar información sobre las repercusiones psicológicas de delitos
de alto impacto [secuestros, homicidios y desapariciones…] y difusión de estos
síntomas que pueden presentar las personas”.
El Salme pondrá a
disposición de la comunidad su red de 21 unidades de salud mental fuera
de la zona metropolitana de Guadalajara.
Para saber
La afectación psicológica en
las víctimas de delitos incluye:
Trastornos por estrés agudo
Duración: inmediatamente y hasta 30 días posteriores al evento.
Síntomas:
Insomnio y pesadillas y sueños recurrentes asociados al trauma
vivido.
Dificultad para concentrarse.
Irritabilidad e incluso ataques de ira.
Dificultad para recordar lo sucedido, evitar hablar de ello
(bloquear el evento ante el gran dolor).
Evita el lugar o sitios relacionados al delito o a la pérdida de
un ser querido.
Ideas de un futuro desolador.
Trastornos por estrés
postraumático
A partir de 30 días luego del evento.
Síntomas:
Los trastornos citados persisten, pero el malestar físico es más
elevado.
De no ser tratados, se presentan hasta signos psicóticos, como
alucinaciones.
Pérdida del interés en actividades que se disfrutaban.
Aislamiento social y familiar.
Posterior a tres meses, se denomina estrés postraumático
crónico.
El tratamiento
Debe ser integral (terapia psicológica y fármacos) y revierte
todos los síntomas. Ojo, no borra el recuerdo de la memoria, pero no es
enfermizo.
► La historia y estilo de vida y vivencias previas, pueden
complicar el caso.
► El abordaje mínimo requiere de 6 a 8 sesiones.
► Alrededor de un delito de alto impacto, entre 6 y 10 personas
son afectadas directamente.
Viven porque... se entretuvo el verdugo 16/MAY/12
Eran diez o doce, tal vez, tal vez menos; lo que no
tuvieron calma para hacer fue contarse unos a otros, tenían varios días en esa
finca, sometidos a golpes, torturas, escuchando la advertencia de que ya habían
comprado la sierra para cortarles la cabeza "qué lindo se va a ver su
cráneo colgado del puente de Ameca", decían una y otra vez, aterrorizando
a los muchachos, todos jóvenes, todos trabajadores, dedicados a estudiar y con
no más antecedentes penales que haberse bebido una cerveza en la Plaza
Principal, y haber sido sorprendido por la Policía Municipal, arrestados y multado.
Estaban aterrorizados y serían muertos el día 8, pero
para su fortuna no llegó el verdugo, por algo que lo entretuvo, no entró para
"estrenar" las sierras que habían comprado los criminales que cada
vez que podían los golpeaban. Todos en un cuarto, descalzos porque es lo
primero que les quitan los narcos, para que no escapen, y desde luego, les
escondían el calzado.
Sin comer, porque no les daban nada, y si pedían los
golpeaban, además de que les gritaban que no necesitaban comer porque se iban a
morir.
Y ese día no llegó el verdugo, tal vez se retrasó, o tal
vez llegaría hasta el día siguiente, pero de repente uno de ellos, que trabaja
como policía de Ameca, les dijo a los demás "¡vámonos!" Acababa de
ver a sus guardianes, tres o cuatro, que se quedaron tirados bajo los efectos
de las drogas, completamente perdidos, sin conocimiento, inmóviles.
El mismo policía logró abrir una ventana y les salvó la
vida a todos, a doce y él, trece, pero había otros dos, dos muchachos gay, que
se quedaron, tuvieron miedo y no salieron. Al día siguiente aparecieron muertos
los dos, se ensañaron con ellos los criminales, descargaron en los dos
muchachitos toda la rabia, porque se les escaparon los otros. Pero al menos no
los decapitaron, ni los cortaron en pedazos.
Ese día que el policía de Ameca abrió la ventana
salieron por ahí los trece, descalzos comenzaron a correr a través del cerro,
no importaban las piedras, ni las espinas, ni siquiera los vidrios que pudieran
pisar, algunos sangraban, pero todos seguían, ayudándose unos a otros como si
se conocieran de toda la vida. En ese momento eran hermanos, eran padres e
hijos, eran todo.
Hubo un momento en que la polvadera en el camino les
avisó que venía un auto a gran velocidad. Se escondieron entre matorrales a un
lado del camino y vieron pasar una camioneta a toda prisa. En ella iban los
sicarios, sus guardianes, que los buscaban. Por fortuna no los vieron.
Siguieron desde Ahuisculco, delegación de Tala, hasta un
poblado cercano donde comenzaron a llamar puerta por puerta, pero nada. Apenas
los veían los moradores de las fincas les cerraban y aseguraban por dentro,
atrancaban las ventanas y las puertas para que no se fueran a meter por la
fuerza.
Fueron varias las negativas, algunas hasta violentas que
les lanzaron las otrora generosas, bondadosas personas, pero la violencia de
los últimos tiempos ha sido como para que cualquiera tiemble de miedo con sólo
ver en la puerta de su casa a un extraño, ahora a diez, doce o trece, que
pedían alojo, que decían que eran perseguidos, que los querían matar. Pero un
alma piadosa que les abrió la puerta les proporcionó alimentos que devoraron
como desesperados, les consiguió sandalias, zapatos viejos y lo que pudo
arrimarles, seguramente un ángel convertido en ama de casa que les volvió a la
vida. Así pudieron dar aviso a la
Policía.
Uno de ellos tenía buena relación con personal de
Protección Civil, por lo que se comunicó con su amigo y así se movilizó a las
autoridades del estado...
la mayoría de ellos, los sobrevivientes, ya no vivirán más en México,
son tan jóvenes que merecen vivir, y viajarán a otro lugar, donde haya paz,
donde puedan tener tranquilidad, donde no corra peligro su vida, porque los
malhechores se quedaron con todos sus documentos, saben quiénes son, dónde
viven.
Nota
relacionada:Liberan a secuestrados
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