Con
sus 100 años de vida Jesús Orendain Ruiz, un albañil grande con sus obras
religiosas
La formación personal de Don Jesús Orendain Ruiz no fue
nada fácil, desde su infancia tuvo la necesidad de iniciar actividades
laborales, empezando con acciones del campo en tierras que eran propiedades de
su familia; sin embargo, ante las pocas oportunidades productivas en su tierra
natal, desde muy joven optó por emigrar a la ciudad de Guadalajara, Jalisco, y
buscar alguna fuente de empleo, siendo en la construcción donde se le brindó la oportunidad de emprender el
oficio de albañil.
Don Chuy, como es conocido por sus amistades, nació el 12
de diciembre de 1915, en Etzatlán, Jalisco,
municipio que colinda al norte con el estado de Nayarit; por
circunstancias de la vida y en busca de oportunidades, Jesús Orendain decide
trasladarse a trabajar en Acaponeta en el transcurso de la década de los 50.
Recuerda que cuando llegó a esta población se vino con unos
compañeros, de los cuales unos retornaron a su tierra natal y otros ya
fallecieron, pero el destino le tenía marcado quedarse de por vida en Acaponeta
para edificar algunos templos religiosos en el municipio.
Con aproximadamente
60 años trabajando en la obra, recuerda que se integró a los trabajos
del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, casa que se construyó en etapas,
inmueble apostólico encabezado por el señor Cura José de Jesús Valencia,
dirigida por el arquitecto Pedro Villalpando y el maestro de esta obra fue
Miguel Macías, quienes dejaron este hermoso edificio para los feligreses de Acaponeta.
Sin embargo, construir templos religiosos en diversos
ejidos del municipio fue uno de los propósitos del señor Cura Valencia, por
ello don Jesús fue enviado para ser responsable de la edificación del Templo en
la comunidad de La Guásima, Casas Coloradas y San Dieguito de Abajo, así como
restauró el de la población de Sayulilla, obras que son parte del entorno
cultural de la comunidad católica en Acaponeta.
Durante muchos años fue el responsable del Santuario de
Nuestra Señora de Guadalupe, del cual se siente orgulloso por el trabajo
realizado, acciones que fueron encomendadas por el señor cura Valencia, de
quien tiene un especial recuerdo, además de todos los sacerdotes que han
prestado su apostolado religioso en la parroquia de Acaponeta.
Con un siglo de vida, actualmente Don Jesús Orendain ha
cosechado muchas amistades, con quienes comparte sus experiencias vividas,
teniendo el afecto de los integrantes de grupos católicos y en especial de los
niños que asisten a recibir catecismo cada sábado en el templo de Nuestra Señora de Guadalupe y lo
apoyan con despensas para su sostenimiento familiar.
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