A sólo 78 kilómetros al noroeste de la capital de Jalisco y con poco más de 20 mil habitantes, este poblado tiene como principal actividad económica la extracción y transformación del ópalo.
La piedra preciosa que refleja los colores del arcoíris se ha convertido en sustento de una gran parte de Magdalena, donde mineros, pulidores, comerciantes y hasta pepenadores atienden la demanda de joyeros nacionales y extranjeros.
En entrevista con Notimex, Javier López Mata, con 45 años en el mundo del ópalo, afirmó que su acercamiento con este mineral lo tuvo gracias a que era la actividad de su padre y tíos, y hace dos décadas compró la mina Santo Niño, mejor conocida como La Lupita.
Quien se definió como “opalero de corazón”, rememoró que desde hace poco más de 20 años se dedica a todo el proceso productivo, ya que extrae el mineral, lo pule y lo comercializa.
Sin embargo, recalcó que lo suyo es la actividad artesanal porque “soy pulidor, transformó la piedra en joyería o en una pieza de artesanía desde niño”.
“El ópalo es único en el mundo, está por encima de todas las piedras preciosas porque refleja todos los colores”, añadió.
Entre los tonos de este mineral destacó “el rojo fuego, rojo sangre de pichón, rojo lluvia, azul cielo, azul pavo, azul lluvia, anaranjados, verdes y el color más difícil de encontrar es el negro”.
López Mata, propietario del negocio Ópalos de México, comentó que el precio que rige a este mineral es más bien apreciativo, pero el público puede obtener desde una piedra por 10 pesos hasta los 10 mil dólares por quilate de ópalo negro, el cual se hace en corte diamante.
En la actualidad, anotó, son cerca de 200 las minas activas en esta población enclavada en la zona volcánica y gracias a las características de la región “el ópalo se seguirá explotando durante muchos pero muchos años más”.
Resaltó que ante la necesidad de promocionar el “mundo mágico, misterioso y colorido del ópalo”, desde hace dos décadas se constituyó la Unión de Mineros de Jalisco, de la cual es socio y fundador.
“Los ópalos mexicanos son apreciados en todo el mundo y aquí recibimos a compradores japoneses, alemanes y de Estados Unidos, además de otros países”, comentó.
López Mata consideró, por otra parte, que el principal problema que les aqueja es el hecho de que en el mercado hay productores de “ópalo pirata”.
Es decir, alertó, hay quienes comercializan en todos los puertos y zonas turísticas de México “vendiendo gato por liebre”, porque ofrecen una piedra sintética, de plástico.
Agregó que debido a que no existe ninguna regulación para el mercado del ópalo están también los pepenadores, quienes buscan las piedras de menor tamaño entre los desechos de las minas y después las venden en la plaza del pueblo a los visitantes.
Al respecto, Alejandra Sepúlveda, titular del Departamento de Desarrollo Empresarial de la Cámara de Joyería de Jalisco, indicó que realizan una investigación para que los joyeros del estado promocionen dentro y fuera del país piezas con ópalo.
“Trabajamos en una metodología para que los joyeros incluyan el ópalo en su cadena productiva, para ello hacemos una investigación para conocer y saber el estatus de toda la actividad opalera de Magdalena”, expresó.
El objetivo, dijo, es apoyar a los opaleros para que la piedra se aprecie en otros países; no obstante, señaló que no se trataría de sacar producciones en serie porque serían piezas únicas debido a que cada piedra es diferente.
“El diagnóstico terminó y ahora lo que sigue es bajar apoyos del gobierno para apoyar a los opaleros de Magdalena con maquinaria para sus talleres y los joyeros se llevarían el ópalo ya pulido para montarlo en sus diseños”, puntualizó.
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