Es muy común que familiares o amigos pasen las vacaciones en el municipio de Etzatlán y aprovechan la vuelta para ir a distintos lugares, ya que hay variedad de atractivos turísticos, tanto naturales como materiales.
Esta historia que nos comparten sucedió en unas vacaciones de verano de la década de los ochenta.
La persona que nos pasó el relato comenta que por lo regular acude al municipio todas las vacaciones a visitar a sus familiares y a descansar del trajín de las grandes ciudades.
Esa vez asistió a una primera comunión de su primo y por lo tanto había más parientes de lo normal, pues hasta familiares de Estados Unidos llegaron a la celebración religiosa.
El sábado se levantó como a las 8 de la mañana y salió a caminar rumbo a la plaza principal ya que se quedaba a dormir con sus familiares que vivían en la calle Independencia.
Se fue caminando hacia el rumbo del arroyo de Santa Clara, pero la costumbre de desayunar temprano, lo obligó a regresar y ya de pasó compró algunas cosas en el mercado.
Ya de regreso encontró a unos familiares que llegaron de Guadalajara. En esos años la terminal de autobuses se localizaba en la calle Escobedo, donde hoy está la Casa de la Cultura.
Se fueron platicando por la calle con toda tranquilidad.
Al fin del día, después de todo el convivio por el evento religioso, llegó la hora de dormir.
Como había parientes que también se quedaron a dormir, la dueña de la casa sacó más cobijas, las sacudió para que no tuvieran alacranes y se las dio a sus sobrinos, primos, nietos,etc.
Se fueron acomodando en distintas habitaciones y ya estaban a punto de dormirse cuando empezaron a escuchar pasos en el pasillo.
Al inicio comentaron, los que se quedaron en ese cuarto, que a lo mejor fue alguien que fue al baño.
Posteriormente vieron una sombra que paso por la venta de la puerta. Uno que la vio preguntó a los demás que si la habían visto y contestaron que si.
Entrados en la curiosidad, empezaron a cuestionarse de quien se trataba pues la sombra era muy pequeña y no había nadie con esa estatura en la casa.
Nuevamente escucharon pisadas y uno se levantó y abrió la puerta, pero no vio a nadie.
Así que cerró la puerta y se acostó en el rincón que le había tocado, pero sintió que aplastó algo y se empezaron a escuchar como gemidos...
Asustados los demás se levantaron, prendieron la luz y no vieron nada, pero el que sintió el ente, agarró una escoba y empezó a dar golpes a la esquina del cuarto.
La escena era increíble... Una persona dando escobazos a nada y se escuchaban los lloriqueos y los golpes. La persona dejó de dar golpes hasta que no se oía nada.
La dueña del lugar llegó a la habitación ya que se percató del escándalo. Los ahí presentes le comentaron lo que había pasado y ella fue por agua bendita y hecho el líquido por todo el cuarto haciendo rezos.
Al final les comentó que el niño, que hizo la primera comunión, se pasaba mucho tiempo jugando en ese lugar y que cuando llegaban por el, se molestaba mucho, pues decía que quería seguir jugando con su “amiguito”.
SI USTED TIENE UNA HISTORIA QUE QUIERA COMPARTIR MANDE UN CORREO A docpr1276@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario
PUEDES DEJAR AQUI TUS INFORMACIONES O NOTICIAS DE ETZA