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14 noviembre 2023

Muere Monseñor que radicaba en Magdalena. Quieren reconocerlo /Nov

 

Busca eclesiales reconocer al primer Obispo jiquilpense

Jiquilpan, Michoacán.- El Monseñor José Ordaz Briseño falleció el pasado 4 de noviembre, quien es recordado por su humildad y sencillez en su forma de vida.

"Muy justo es que la comunidad de Jiquilpan acompañada de autoridades civiles y eclesiales rindan un merecido reconocimiento público a quien siempre se brindó con total entrega y hasta el límite de sus fuerzas en beneficio de las comunidades pobres en las que desempeñó su ministerio" señaló Salvador Alcázar Lúa, promotor de la iniciativa de reconocimiento a Monseñor José Ordaz Briseño fallecido el pasado 4 de noviembre.

"Monseñor José Ordaz Briseño, nuestro primer Obispo jiquilpense nació en el número 75, de la calle de General Arteaga, el día 17 de octubre de 1937, es el segundo de siete hijos que procreó el matrimonio integrado por Luis Ordaz Vidales y su esposa Luisa Briseño Vargas, matrimonio heredero de una grande y sólida fe católica" Según el cronista local Salvador Meza Carrasco.


Monseñor José Ordaz Briseño realizó sus estudios sacerdotales con los jesuitas (Compañía de Jesús) en el Seminario de Montezuma, Nuevo México, centro de formación religiosa en el que siendo aún muy joven recibió su ordenación sacerdotal.

Al momento de su fallecimiento contaba con 83 años de edad y estaba retirado de las actividades eclesiales desde hacía ya algunos años y radicado en la población de Magdalena, Jalisco.

"Monseñor Ordaz heredó de su familia la humildad y la sencillez en su forma de vida, sin falsas poses ni fanfarronerías, la discreción y la sencillez son otras de sus tantas virtudes, por lo que estaba muy lejos de aspirar a ser un sibarita y menos un refinado gourmet. Tampoco imaginó siquiera llegar a ser un cosmopolita, era sobrio tanto en el vestir como en el comer y siempre andaba vestido con sencillez, tanto que acostumbraba calzar los humildes y sencillos huaraches de correas".


 

Quienes le conocieron en su vida activa y en el retiro destacan que él prefirió y se sentía mejor trabajando para las gentes de los pueblos y las rancherías que en las grandes ciudades.

"Es hasta la fecha, sin demérito de su capacidad y resultados en las tareas propias de su apostolado, una especie de ermitaño-hormiga" señaló Salvador Alcázar Lúa.

Fuente: El Sol de Zamora | José Luis Ceja Guerra

Foto: Cortesía | Familia Ordaz Briseño

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola, hay que tener cuidado con los títulos que ponen, ya que era Monseñor, por ser designado como título honorífico, no fue consagrado obispo