Si bien las excavaciones están detenidas en espera de un permiso del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), las investigaciones en torno al sitio han avanzado para determinar con claridad para qué sirvió el Palacio de Ocomo. Con un moderno sistema de información geográfica, llamado arc view, los arqueólogos, encabezados por Sean Smith Márquez, reciben información sobre las funciones del Palacio o tecpan.
El nombre correcto del Palacio de Ocomo es “patio hundido”, estructura que también existe en los estados de Guanajuato, Michoacán y en el centro de México. La cerámica que se ha encontrado permite determinar que en Ocomo hubo algunas actividades administrativas y de redistribución de la riqueza.
Smith Márquez aseguró que el trabajo arqueológico en el sitio está orientado a investigar para qué servía el Palacio y por tal motivo las excavaciones se hacen muy amplias en lugares que eran para reunión de multitudes o para banquetes.
“No hemos encontrado ninguna tumba, pero sí mucha cerámica. Estamos en los pisos y hemos descubierto que hay un patrón dentro de los pisos; por eso podemos decir que se hacían diferentes cosas en los patios como por ejemplo banquetes, porque hay muchas vasijas para almacenar y junto con eso hay vasijas que son como platos que sirven para repartir la comida. Entonces podemos decir que en el Palacio se hacía una redistribución de la riqueza, de los excedentes”, dijo.
De acuerdo con las investigaciones del arqueólogo Phil Weigand, quien visitó el lugar por primera vez en 1958, el Palacio de Ocomo tiene casi 400 hectáreas de extensión y en él vivieron entre 5 y 7 mil personas. La estructura principal de este sitio tiene 125 metros por lado y 5 metros de altura. Básicamente fue un edificio de administración.
Su plazuela interior mide 70 por 50 metros. Hay una plaza elevada exterior en el lado norte que mide 180 por 50 metros y el edificio en su conjunto tiene forma de “u” semicerrada, con su entrada aparentemente en el lado sur.
El Palacio de Ocomo es muy similar al edificio dibujado en la Lámina II del Códice Quinatzín, un edificio del Post Clásico tardío (1300-1521) de Texcoco, aunque obviamente no hubo relación entre las dos regiones. El Palacio de Ocomo era mil años más antiguo.