Por: Carlos E. Parra Ron
“Muchos las veíamos,
pero no les tomábamos aprecio” eso decían los ancianos a los que se les
preguntaba que si cuando eran chicos las habían visto. En realidad para muchos
que pasaron cerca de donde se encontraban ellas, no les causaban ninguna
admiración o más bien ni se fijaban en ellas. Y fue hasta el año de 1967 cuando
Mr. Ernest Gordon, un ingeniero norteamericano que era superintendente de las
minas de oro y plata de la Compañía Amparo Minning Co., se interesó en ellas y
realizó varias investigaciones descubriendo algunas que se encontraban
semi-cubiertas, pero un trabajador de él le dijo que para que trabajaba tanto,
si cerca de ahí las bolas se encontraban a “flor de tierra”, dicho en otras palabras
en la superficie.
El ingeniero le pidió
que lo condujera hasta ese sitio y se encontró con un número considerable de
bolas y para su sorpresa había una bola de aproximadamente tres metros de
diámetro, Gordon siempre interesado en estos temas conocía el trabajo de un
prominente geólogo y etnólogo de nombre Mathew Stirling, mismo que había
descubierto en Costa Rica, unas piedras bolas de granito finamente talladas,
pero mucho más pequeñas, mismas que habían sido indiscutiblemente talladas por
la mano del hombre.
El ingeniero Gordon,
tomó fotografías y se las envió junto con la información de su ubicación a Mr.
Stirling, quién ni tardo ni perezoso tomó un avión a la ciudad de México y de
ahí se trasladó a Guadalajara. Eso fue en diciembre del año 1967.
Cual va siendo la
sorpresa al ver 17 piedras bolas en una misma área, además otras regadas
alrededor, aunque en realidad no todas conservaban la circunferencia casi
perfecta, había unas en forma de pera y otras muy pequeñas que inclusive
estaban pegadas entre sí, de esa forma el erudito determinó que no eran
producto del hombre, sino que de la naturaleza.
A partir de ese momento
el interés creció a tal grado que la misma revista internacional National
Geographic, envió a su equipo de fotógrafos y reporteros, quienes junto con
científicos del Instituto Smithsoniano y el U. S. Geological Survey (Servicio
Geológico de los Estados Unidos) organizó una expedición encabezada por él
geólogo Robert Smith, mismo que al examinar las famosas piedras dedujo que eran
de origen volcánico, similares a unas encontradas en el estado americano de
Nuevo México, nacidas en depósitos volcánicos, pero aquellas no rebasaban los
.60 centímetros de diámetro.
El informe que rindió el
Sr. Smith, reveló entre otras cosas que las esferas se debieron solidificar
hace unos 40 millones de años, entre candentes cenizas que provinieron de
alguna corriente de lava volcánica, aseverando que los depósitos de la
corriente de lava debieron de haber cubierto la Sierra de Ameca y la erosión
los hizo desaparecer a excepción de unos cuantos vestigios.
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Foto: panoramio.com |
Las esferas se formaron
por cristalización a temperaturas muy elevadas. Muchos han sido los mitos sobre
estas maravillosas Piedras Bolas, inclusive se llegó a decir que en su centro
contenían una cantidad de oro y algunas de ellas fueron dinamitadas, otros
decían que ahí habían habitado unos gigantes, pero la verdad es que fue un
regalo más de nuestra madre naturaleza y que están regadas en un área que
conjunta a tres municipios muy importantes, que son: Etzatlán, Ahualulco de
Mercado y Ameca, Jalisco.
Las Piedras Bolas, son
por su tamaño, únicas en el mundo. Dato curioso: Nos platicaron que en una
ocasión unas personas del pueblo, trataron de llevarse una de las tantas
piedras bolas, con el fin de investigar si era o no cierto que su centro era de
oro puro y arrimaron un camión de volteo a una ladera para rodar la enorme
esfera y que cayera justamente en la caja del automotor. Y si, los cálculos
fueron exactos, no fallaron, justamente la piedra bola cayó dentro del camión,
pero en lo que nunca pensaron fue en el peso de esta, así es que de inmediato
en cuanto el vehículo sintió el peso quedó… ¡Con las llantas delanteras, el
motor y el chofer, prácticamente volando! El final de esta historia, no me la
platicaron, así es que se las dejo a su imaginación.
Algunos datos fueron
obtenidos del libro: Calendarios de festividades del Prof. Roberto Franco, de
Tala, Jalisco.