Manuel Ramírez revive práctica prehispánica
Durante la época prehispánica, la fibra del agave que producían los indígenas a partir de bagazo, era aprovechado para hacer prendas de vestir, piezas de ornato, artesanías, herramientas de trabajo y de cacería, y además eran el soporte en el que plasmaban sus códices. Siglos después, el artista plástico Manuel Ramírez (Jalisco, 1959) ha recuperado esta práctica, con la que desde hace 24 años produce papel, sobre el cual plasma su obra.
El interés en Manuel Ramírez por la reutilización del bagazo del agave, surgió a mediados de la década de los ochenta, cuando conoció al artista Sergio López Orozco, quien le enseñó las técnicas para la fabricación de este tipo de papel, y tras un viaje a Brasil descubrió una poderosa atracción por el entorno natural y el ilimitado aprovechamiento de sus recursos.
“Desde el primer papel que produje, la experiencia ha sido muy rica e ilimitada, porque estoy acudiendo al rescate de una práctica ancestral bellísima y muy útil. Lo fascinante de cuando trabajas tan de cerca de la naturaleza, es que no tiene límites. Hay que hacerlo con mucho respeto por la Madre Tierra y a partir de ahí el límite es uno mismo”, afirma el artista plástico tapatío por adopción, quien por razones de trabajo divide su tiempo entre Tequila y Tlaquepaque.
Ramírez explica que el papel que se obtiene después de haber tratado el bagazo de desecho de la molienda, es en primer lugar muy característico, ya que “puede conservar la rusticidad de esta planta o incluso, se puede trabajar más hasta dejar un producto suave”.
A las hojas, agrega, se le puede dar color utilizando fibra más oscura añadiendo producto en diferentes tonalidades o colorantes del mismo.
“Cuando el bagazo está recién cocido y húmedo, son prácticamente fibras de desecho lo que queda después de haber molido las piñas del agave, entonces pones las fibras sobre una superficie lisa y comienzas a golpearlas con una piedra de basalto, para que se extienda y se unan los pedazos. Después, en una charola los mojas y dejas estilando hasta que seque completamente”, explica Manuel Ramírez el procedimiento de la producción artesanal de papel de agave, que realiza casi a diario para tener dónde pintar.
El artista plástico asegura que este papel tiene el mismo valor patrimonial que se le da al papiro (Egipto) o al washi (Japón), incluso, “su elaboración es similar, nada más con diferentes recursos o materias primas”.
“El papel orgánico tiene un valor patrimonial increíble, lástima que no se le ha dado en México su justo valor. Sin embargo, los extranjeros sí han sabido apreciar este rescate”, expresa Ramírez, de quien coleccionistas de Europa y Asia han adquirido su obra, “por las dimensiones que ésta toma al ser plasmada sobre una superficie que no es un lienzo”.
Un papel muy mexicano
Desde hace un par de años, Manuel Ramírez ha compartido esta práctica con habitantes indígenas de Tequila, a partir de talleres y cursos que les brinda sobre la elaboración de papel y otros usos que se le puede dar a las fibras de desecho.
“(Los talleres) surgen a partir de un convenio entre los organismos de La Ruta del Tequila en el Paisaje Agavero y la Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo, los cuales me invitaron a dar talleres con los artesanos del municipio, con la intención de que aprovecharan un recurso natural que es de ellos”, cuenta el autor de las esculturas realizadas a base de troncos de parota, el árbol de huanacaxtle, que se encuentran -hasta el 31 de enero- reunidas en la exposición Tatei, en Casa Ramos, en Tequila, Jalisco.
En los diversos talleres que Ramírez ha impartido, los artesanos han utilizado las fibras para crear papel para escribir, cajas para regalos, figuras de artesanía (muñecas, brazaletes, aretes), pantallas de lámparas, recuadros para bordados de tela, repujados en metal, fotografías, tarjetas y sobres.
“Con la sensibilidad que ellos tienen, no fue difícil enseñarles que (el papel) no tiene que verse como cartón. Por nuestras raíces, dominamos con una naturalidad los recursos de la madre tierra, por lo que podemos hacer un papel con nobleza, carácter y muy mexicano”, señala.
En estos días, el originario de Santa María del Valle, Arandas, espera la confirmación de la impartición de este tipo de talleres en Brasil, España y Japón, países en los que ya ha expuesto su trabajo pictórico.
Su obra en papel de agave la ha plasmado en acuarela, témpera o pintura al temple, óleo, pigmentos naturales, grabado y serigrafía. Además, agregando yeso, se pueden realizar pequeñas esculturas con la pulpa del agave aglutinado.
En cuanto a los cuidados que debe tener el papel intervenido o no, principalmente “que esté alejado de la humedad, polvo y de la intemperie. Puede conservarse en perfectas condiciones guardados en sobres de papel o enmarcados”, afirma el creador jalisciense.
Para saber
Luego de la molienda del agave, una vez cocido, se obtienen las fibras de desecho, las cuales son aprovechadas, tras haber dado un tratamiento al bagazo. En seguida, sobre una superficie lisa se golpean las fibras con una piedra de basalto, con la finalidad de unir los pedazos. Posteriormente, en una charola se remojan y se dejan estilar hasta que sequen completamente. Las proporciones del papel son determinadas por el artesano.
Fuente:http://www.informador.com.mx/cultura/2011/261552/6/manuel-ramirez-revive-practica-prehispanica.htm