Esto pasó hace 55 años, aproximadamente, en la calle Morelos en Etzatlán.
El estaba en la casa con su mamá platicando en la sala, en donde hay una ventana que da a la calle y en ese momento estaba cerrada.
Eran como las 12 del medio día cuando se empezaron a oír cascos de caballo y rechinar de ejes de carreta (muy curiosos por cierto) y empezaron a aullar los perros.
La carreta seguía caminando al llegar más o menos a dirección de la ventana, Agustín se levantó y le dijo a su mamá que iba a ver quien era y ella corrió a la ventana y no lo dejó abrir.
Le comentó que no, que era la mala hora y que era el carretón de la muerte... el que lo ve se muere y ahí nos quedamos escuchando como iba caminando y el aullar de los perros.
Caminó mas o menos hasta donde empezaba la propiedad de Rubén Romero y luego ya no se escuchó.
Al otro día amaneció muerta la señora que vivía entre la casa de "nani" y Rubén Romero
El lugar donde la velaron da exactamente a la puerta de donde vivían... con las puertas abiertas está la cocina y estaban almorzando y veían el féretro enfrente... Esa imagen no se le olvida a Agustín.
LLEGAN A COMER
También nos comentan que en la calle Colón se puso un altar de muertos, hace como 10 años y las personas que vivían en la casa veían sombras y escuchaban ruidos raros. Regaron agua bendita, rezaron y no lograban que esos fenómenos sobrenaturales dejaran de pasar.
No tenían mucho miedo, pero era constante ver las sombras. Le comentaron a un señor que era muy apegado a la Iglesia para saber su respuesta o su sugerencia para eliminar los ruidos y les respondió que era natural que para estas fechas los difuntos visiten a sus seres queridos. Por eso hay algunos altares de muertos con algunos indicios de que si llegó el muerto a comer algo que le gustaba.
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