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28 mayo 2016

Camino a El Amparo 28/may/16

La fiesta de El Mineral de El Amparo es el último domingo de mayo.
Compartimos el texto del Dr. Abelardo Cid Topete, quien comenta que su mamá, de 92 años, acude a las fiestas del lugar.

A EL AMPARO
Curioso título, solo que esta vez no voy a buscar amparo, voy a El Amparo, Etzatlán en el estado de Jalisco.

Etzatlán es actualmente un pueblo o ciudad pequeña con antecedentes mineros muy importantes, contando el municipio con varias minas ya agotadas que hablan de su pasado opulento, actualmente es un lugar que se dedica a la agricultura y al comercio, de la minería sólo quedan los recuerdos y los pueblos fantasmas y es de esto precisamente de lo que voy a hablar.

A 14 Km. de la población se encuentra lo que fue uno de los emporios mineros más grandes tanto del estado como del país, el mineral del Amparo o la Embocada, se sabe que ya hace trescientos años se trabajaba esta mina, siendo los principales productos de extracción la plata y el oro, manejada por compañías extranjeras desde fines del siglo antepasado (inglesas, norteamericanas).

Llegó a tener una población más numerosa que la cabecera municipal, así como servicios públicos como la luz, el teléfono, servicios de salud, artísticos y culturales antes que Etzatlán y pueblos circunvecinos, las minas trabajaban día y noche extrayendo gran cantidad de material que salía hacia Etzatlán para ser embarcado en ferrocarril hacia sus diferentes destinos, la mina se cerró en 1937 por pérdida de la veta principal así como por problemas obrero patronales cerrando sus puertas para siempre ya que actualmente se encuentran anegadas todas sus entradas necesitándose unas cuantas minas para desahogar ésta, por la profundidad de sus tiros.

Empieza uno a subir por la carretera que es de terracería en muy buenas condiciones y que se ha usado siempre sin mayores problemas, creo que habría muchos problemas si la pavimentaran, si siendo de tierra y que hay que ir despacio ha habido accidentes fatales, pavimentada tendríamos más, mejor la dejamos así, tan pronto sale uno de la población cruza el cause de un arroyo poco profundo pero que en tiempo de aguas puede dar problemas, llega uno a unas ruinas de una hacienda que le nombran la casa grande o hacienda de santa Clara, dónde a pesar de estar en ruinas puede uno apreciar su grandeza pasada, con un inmenso chacuaco, restos de viejas paredes de adobe en pié, ruedas de piedra de lo que fue el molino ya que fue una hacienda de beneficio, los ancianos del pueblo no la conocieron trabajando, tiene una construcción de piedra que la gente desde hace muchas generaciones le nombra el sillón del diablo, que dicen las leyendas que ahí se aparece con frecuencia, la gente se santigua y se encomienda al pasar por ahí, el viento se escurre entre sus paredes platicando con las voces antiguas encarceladas en los muros.

La primera parada obligatoria en este camino es al llegar a la parte más alta del cerro dónde se encuentra el mirador y la cruz de Quezada, que también cuenta la leyenda que fue puesta para alejar al maligno que se aparecía en esos rumbos ya que ahí se juntaban los mineros y los truhanes para beber, apostar y todo tipo de francachelas dónde llegó a haber muertos y peleas frecuentemente, desde la población se ve muy seguido una luz que sube y baja por la ladera del cerro y cuando llegas a donde crees que está ya se encuentra al otro lado del cerro, es el ánima de Juan minero que sube y baja expiando sus culpas desde aquellos tiempos, va con su casco, sus botas y su lámpara de carburo señalando con esta hacia el Amparo y a la cruz.

Desde el mirador se llega a ver hasta Magdalena, San Juan, San Marcos y muchas poblaciones, vigiladas desde arriba por el majestuoso cerro de Tequila, que en realidad es un volcán extinto, antiguamente todas estas poblaciones eran ribereñas de la laguna de Magdalena que secaron para obtener tierras para la agricultura que quiso la suerte fueran buenas tierras aún así hubiera sido un espléndido paisaje ahora la laguna, existen todavía personas que recuerdan la laguna que se ha de haber acabado de secar por los años 20.
Sigue uno subiendo aunque ya no con tanta pendiente entre paisajes de robles e inmensas formaciones rocosas que cuelgan como palcos en lo alto mirando hacia los pastos, los robles y el horizonte con pocas tierras de cultivo, mas bien ganaderas, después de una hora aproximadamente llega uno al Amparo que a la entrada muestra algunas nuevas construcciones que nada tienen que ver con lo que ahí había, son nuevos pobladores que han llegado para la agricultura, el carbón y para tener algún pedazo de tierra.

Al ir entrando por la cañada se aprecia en la ladera a mano derecha el hospital que es actualmente un edificio grande con paredes semiderruidas que se usa como bodega guardando entre sus adobes los lamentos de los mineros accidentados como cuando se chorreaba el malacate de sangre, o por las explosiones o derrumbes que se daban en el interior de la mina dónde todavía ha de haber espíritus que buscan la salida, perdidos en las inmensas galerías subterráneas fundiéndose con las vetas ya perdidas, contaba mi abuelo ya que este lugar es el origen de mi madre y mis abuelos, contaba digo, que en alguna ocasión encontraron restos de mineros muy antiguos que habían muerto bajo el peso inmenso del oro y la plata dejándolos como guardianes eternos de esos reinos, ya nadie sabía su nombre, o quienes habían sido, que mejor homenaje que el haberlos dejado entre sus piedras y vetas donde tanto tiempo han dormido.

Siguiendo el camino hacia la izquierda sube uno al templo que se encuentra en buen estado y se ha conservado a lo largo del tiempo pues nunca se le ha dejado de dar mantenimiento, venerándose en ese sitio al Señor del Amparo o Señor del perdón, cada último domingo de mayo es la fiesta patronal acudiendo gente de muy diversos sitios del país y del extranjero, algunos sobrevivientes de esas épocas y los descendientes de estos, hay castillos, verbena popular, procesión, música, caballos, esta fiesta dura tres días llegando mucha gente, armando campamentos para pasar esos días o yendo y viniendo desde Etzatlán, desde el atrio de la iglesia se tiene una buena vista del panorama.

En la ladera del frente se encuentra la gerencia, regia casa tipo inglés de principios del siglo pasado aún en pie, desgraciadamente muy deteriorada y grafiteada, que lástima que las nuevas generaciones no sepan apreciar lo pasado y se dediquen a destruir sin importarles la historia y disponer de esos monumentos para plasmar su estupidez y su ignorancia y que en lugar de andar poniendo nombres y letreros idiotas se dedicaran a conservar y admirar. Bajando de la gerencia y siguiendo el camino se llega a la bocamina que solo se pueden entrar unos pasos ya que se encuentra anegada teniendo un tiro de mas de 1500 metros, hay otras entradas por diferentes partes del cerro también anegadas.

Se aprecia entre la vegetación los restos de los cimientos donde estuvieron construidas las casas, construidas estas sobre las laderas de los cerros, mudos testigos del emporio ya ido, se llega también a los restos del teatro, donde había ópera, conciertos, obras de teatro y espectáculos, ya con poca construcción en pie, el día de la fiesta cuando llegan los antiguos que ahí nacieron como lo es mi madre el mineral vuelve a la vida, ellos oyen a las maquinas y a los mineros, escuchan a sus muertos como cuando vivían y lloran por aquellos momentos ya perdidos en el caminar del tiempo, cuando se regresan se llevan sus recuerdos y sus muertos hasta el siguiente año que los traerán de vuelta a revivirlos de nuevo para que participen en la fiesta y disfruten de su pueblo por unos pocos días.

Tiempos que se han ido, que nunca regresarán y que viven permanentemente en el corazón de los que ahí nacieron y que para ellos sigue siendo el mineral del Amparo, tal como lo vivieron y conocieron, tal como lo significa para mi madre.

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