Enormes esferas: Maravillas geológicas.
De un origen poco conocido, las "Piedras Bola" se han convertido en un importante patrimonio de la humanidad.
Estas piedras, son unas increíbles formaciones geológicas que nos llaman la atención, tanto por su volumen como por su forma esférica casi perfecta; además del hecho de aparecer cual extraterrestres entre el lomerío de la Sierra Madre que se encuentra -por decir algo- entre las poblaciones de Ahualulco, Ameca y Etzatlán, al poniente y no muy lejos de Guadalajara.
A unos cuantos kilómetros del periférico, habrá que ir hacia la izquierda por la carretera libre que va a Puerto Vallarta por Mascota, evitando la de cuota que va a Nogales. Más tarde, pasando Tala, en el puente desviador tomar hacia la derecha rumbo a Etzatlán, y un poco después de Teuchitlán de los Guachimontones, encontrarán el pueblo de Ahualulco, que ya en su plaza presume un bello ejemplar esférico.
Vale la pena pasear un poco por el pueblo y platicar con su gente para investigar -por qué no- de las historias centenarias y las leyendas de la región. A renglón seguido ya podrán tomar la bonita carretera entre las montañas que va hacia Ameca.
A la derecha se puede ver el enorme Cerro de Ameca, con sus 2,600 mts. de laderas empinadas que lo hacen muy atractivo para entrenamiento de montaña (ojo: no hay agua en el trayecto). A la derecha y muy cercanos encontrarán el Cerro de Pericos (2,040 mts.), La Quebrada (2,320 mts.), y La Rosilla (2,280 mts.), que igualmente se antojan para un fin de semana de acampada, con ascensos y descensos retadores.
En una de las partes más altas de la carretera, se encuentra una zona de descanso con un tímido letrerito que indica “A las Piedras Bola”.
Habrá que dejar ahí el coche y encontrar en el borde opuesto de la carretera, una incipiente veredita muy empinada que marca el inicio de la caminata a la montaña donde se encuentran las estupendas formaciones volcánicas. (Últimamente se hizo un camino para subir hasta las “Piedras Bola”, donde desgraciadamente fueron agregadas algunas instalaciones cual parque de diversiones.
Elefantes blancos a los que -por supuesto- me opuse terminantemente. Es sabido que el turismo mal manejado causa más destrucción que dos incendios repetidos.
Mi sugerencia es que hagan una excursión por la montaña para disfrutar su belleza natural; un parque de diversiones está en cualquier plaza comercial de la ciudad.
Las "Piedras Bola" surgen entre las veredas. La belleza de la montaña es la montaña misma; no lo que grotescamente le agreguemos sin vigilancia ni mantenimiento. (Triste es comer a puños en un banquete).
Hay otro camino, más histórico, mucho más emotivo (y difícil) que, partiendo de Etzatlán pasa entre las cañadas de Las Jiménez y La Embocada en donde, allá por los años del 1,800 estuvo la famosa “Amparo Mining Co”, que con gran éxito explotó las minas de oro, plata y plomo de la región.
Aún quedan vestigios de los elegantes edificios de corte europeo construidos durante la bonanza. Vale la pena. Si se tiene suerte y no ha llovido mucho, se puede llegar en un 4x4 casi hasta “Tiro Patria”: un pequeño caserío donde está otra mina abandonada.
Con otra poca de suerte, se podrá llegar hasta la mina de “La Piedra Bola”, con su enorme esfera que parece haber sido tallada por algún escultor perdido en la montaña.
Tanto National Geographic como Smithsonian Institute y varias instituciones de geología que sería largo mencionar llegan -sin la menor duda- a la conclusión de que esas formaciones son el resultado de la cristalización de un pequeño núcleo de rocas y cristales volcánicos ardientes que, a temperaturas altísimas dejaron escapar gases en todas direcciones, provocando que en sus movimientos giratorios se fueran adhiriendo nuevas partículas que a la par ardían sobre la cama de arena y cenizas que las envolvía hasta adquirir su forma esférica.
En algunas de ellas se pueden notar los moldes donde fueron acuñadas. Los siglos las fueron cubriendo de capas de tierra y polvo, y con el paso del tiempo, la erosión misma se ha ocupado de irlas descubriendo.
Ejemplo de ello es la que aquí aparece sobre un pedestal esculpido por los milenios de intemperie, lluvia y viento. Vale la pena la caminata, y el solazo o el tormentón pero por favor,¡No las pinten! Son asombrosos regalos de la vida y patrimonio de la humanidad.
Fuente: El Informador / SECCIÓN SUPLEMENTOS Por Pedro Fernández Somellera.