Esta seria la vista al llegar en lancha a Magdalena (Xochitepec Pre-Hispanico) desde Ahualulco, Etzatlán, San Marcos o San Juanito, antes de que la secaran. Esta es una fotografía que recrea la ilusión del lago perdido en 1936.
La fotografía fue tomada de internet.Publicó Javier Carbajal
Y LA LAGUNA DE MAGDALENA, EN 1936, SE
CONVIRTIÓ EN MITO
Lázaro Cárdenas como
presidente de la República puso fin a miles de años de trabajo de la naturaleza
mandando secar por medios artificiales el lago que había unido a toda la región
que hoy comprende los municipios de Ahualulco, Etzatlán, San Marcos, San
Juanito de Escobedo y claro, La Magdalena.
El seno de la laguna,
en su mayor parte de cantera cubierta por el limo de los arroyos que le daban
vida, fue horadado por grandes canales en los que se vertió toda el agua que
contenía. Solo tres cuerpos de agua se conservaron: el denominado “vaso”
actualmente cerca de Magdalena y se supone era la parte más profunda; la orilla
sur hoy en Etzatlán y la laguna Colorada en San Juanito de Antonio Escobedo que
era un pequeño lago adyacente que se llenaba con los excedentes del lago mayor.
Los colores opalinos
se perdieron para siempre. El lugar de “muchas fuentes de agua” como fue
descrito por los españoles del siglo XVI desapareció en menos de tres años y
junto con él, el gremio de los pescadores y las artesanías hechas con “juncias
y espadañas” que nosotros conocemos como “tule”. Los petates no se hicieron más
ni los chiquihuites y canastas de las que, al propósito, un padre de la
Compañía de Jesús en el siglo XVII decía “hacen un tejido tan ralo que no pasa
agua alguna por él” y consideradas obras de arte junto al enconchado, el arte
plumario y la cerámica virreinal. En las esteras hechas de este material,
descansaban los cuerpos fatigados de los nobles, ricos y pobres del Reino
Ultramarino de la Grande España.
La “jícara” porque
eso era la laguna de Magdalena una enorme cántara que se alimentaba de los
arroyos que bajaban de diversos puntos de la geografía de esta amplia zona
jalisciense dejó de existir. Desapareció el pescado blanco y el bagre de esa
zona “que mucho ynteresse (ganancia económica) da a los habitantes y se lleva a
otras partes del reyno” como apuntaba Alonso de la Mota y Escobar allá por los
1600. Las enormes ranas montesuma y los pelícanos grises (realmente blancos),
los patos canadienses y las garzas blancas dejarían de verse en grandes
parvadas. Se abandonaron las maravillosas huertas que daban ciruelas de España,
limones, limas, naranjas, cebollas, lechugas, jitomates, pepinos y chiles. La
Joya, llamada así por la Compañía de Jesús quedaba aislada y solo comunicada
por tierra. El clima cambió del “temple frío” imperante a un calor descomunal
que no permite diferenciar el invierno del verano.
El campesinado salía
ganando, la agricultura en poco tiempo pregonó las extraordinarias cosechas de
las semillas que caían en el limo virgen dejado por el extinto Lago fenómeno
que al poco tiempo se revertiría. La Laguna de La Magdalena había sucumbido
después del primer intento de desecación dirigido por el gobierno de Porfirio
Díaz que se detuvo ante el magnífico espectáculo que presentaba el que era
catalogado como el tercer lago de la República Mexicana.
BIBLIOGRAFÍA DE AYUDA
http://www.revista.unam.mx/vol.6/num8/art80/ago_art80.pdf
Alonso de la Mota y
Escobar, Descripción geográfica de los reynos de Nueva Galicia, Nueva Vizcaya y
Nuevo León, UNED, Guadalajara, México, 1985 et al