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28 marzo 2020

Inmigrante de Etzatlán en E.E. U.U. tiene pensamientos positivos 28/mar/20

Llegar a la tercera edad como inmigrante, sin pensión y sin seguro médico

Muchos indocumentados esperan hasta el último momento para ver a un doctor, otros confían en su fe para no enfermarse.

Estela García, inmigrante sin documentos de 84 años. foto: Agustín Durán.

Estela García no se amedrenta, camina bastante, come lo más saludable posible y se mantiene positiva.

En forma general esa es la receta que le ha permitido, a sus 84 años, mantenerse sana, como inmigrante sin documentos y en medio de una de las pandemias que más ha atemorizado a la población mundial.

“Simplemente yo no me paniqueo”, enfatiza, pero tampoco veo televisión. “Las noticias exageran tanto que la gente se cree todo y no reflexiona sobre la veracidad de lo que escucha o ve”.

Inmigrante de Etzatlán, Jalisco, desde el 2006, García visita las ferias de salud gratis para hacerse algunos exámenes de salud que la mantienen tranquila.

Eso si, no hay algún día que no se repita constantemente a ella misma: ‘yo no me voy a enfermar. Yo no me voy a enfermar”.

Recuerda que la última vez que se puso mala fue hace tres años cuando casi se desmaya, estaba un poco deprimida y muy débil. Ese día una amiga la llevó a una clínica en la ciudad de Torrance donde la atendieron con el programa MediCal de Emergencia y desde entonces no regresa a un hospital.

Agrega que le mandaron cobros de $3,000 a $5,000 que no los pudo pagar, pero fue a hablar con la trabajadora social y meses después dejaron de enviarle las facturas.

“Yo si quería pagar, pero les dije que por mi edad ya nadie me daba trabajo y no tengo familia aquí”, expresó. “Les pregunté que, si querían que les pagaba con trabajo voluntario, pero creo que no quisieron y simplemente me dejaron de cobrar”.

Como no cuenta con un seguro social, la inmigrante no tiene cuenta de retiro, pensión o un ingreso del gobierno; sin embargo, habla con tranquilidad y sin apuros. Dice tener mucha fe en su filosofía de siempre mantenerse optimista y con el apoyo que le da una amiga –cuartito y comida- a cambio de la limpieza y el cuidado de su hijo que tiene cierta incapacidad mental, la va pasando.

Actualmente en Los Ángeles y en todo California se ha pedido a la gente que no salga para prevenir extender la pandemia del coronavirus, pero García dice que simplemente hace lo que tiene que hacer para sentirse bien y seguir adelante.  “Ya me paró la policía dos veces y me preguntaron que a dónde voy”, explica. “Yo les digo que voy por comida, pero insisten en que hay programas para que me los lleven a mi casa. Yo les digo que no, que me gusta caminar y solo se ríen".

García dijo que en varias ocasiones ha tratado de examinarse en alguna clínica comunitaria, pero al final le quieren cobrar, no mucho, pero como no tiene dinero, simplemente ya no regresa.

Se estima que de 2.2 millones de personas sin documentos que viven en California, el 2% son mayores de 65 años, según un informe del UC Berkeley Labor Center.

Denny Chan, abogado del Departamento de Justicia del Envejecimiento del condado de Los Ángeles, dijo que en estos momentos la comunidad inmigrante, documentados o no, viven situaciones muy complicadas por las políticas antiinmigrantes por parte de la administración Trump.

Enfatiza que con la regla de ‘Carga Pública’ hay mucha confusión e inclusive, personas con residencia prefieren no solicitar beneficios de salud debido a las posibles repercusiones que pudieran tener al momento de querer arreglar su situación legal.

Chan subrayó que, a la falta de seguro médico, las personas inmigrantes que todavía no son ciudadanas y las personas sin documentos dependen más de clínicas comunitarias o clínicas sin fines de lucro, aunque los servicios son más limitados y tienden a tener más aglomeración.

Una de esas clínicas es la Clínica Romero donde alrededor de 60 mil personas se atienden anualmente en dos localidades, de las cuales, el 95% son inmigrantes y un 40% no tiene documentos.

Carlos Vaquerano, director ejecutivo de la clínica, explicó que actualmente los servicios a las personas sin documentos son limitados, hay programas de bajo o sin costo que los ayudan -como Sliding Fee o MyHealthLA-, pero generalmente las personas sin documentos esperan hasta el último minuto para tratarse.

Agrega que las personas quieren evitar cualquier gasto que genera el cuidado médico o ser una carga para la familia, pero eso hace la situación más complicada porque en muchas ocasiones terminan en las salas de emergencia y en situaciones más graves.

“Hay gente que llega a la clínica ya que está muy enferma, complicando las posibilidades de recuperación”, explicó Vaquerano. “En eso llega y el doctor y lo ve, pero lo manda de emergencia al hospital”.

 Una de las grandes ventajas de las clínicas comunitarias es que gran parte de su personal hablan el idioma de los pacientes, pero además entienden la cultura de donde vienen, su dieta y su estilo de vida, siendo todo esto uno de los factores del porque mucha gente les tiene confianza.

Vaquerano indicó que la mayoría de sus pacientes en las clínicas Romero son mexicanos, centroamericanos y algunos asiáticos y afroamericanos.  Agregó que el hecho que los latinos se apeguen más a la familia ayuda bastante, particularmente cuando las personas ya entran a la tercera edad porque no las abandonan en los asilos y eso influye en la salud.

En medio de la pandemia que se vive en todo el mundo, la clínica explicó que ha cambiado sus procedimientos y a cualquier paciente que llega le toman la temperatura y se aseguran que no tenga los síntomas del coronavirus, de tenerlos, lo envían a un hospital inmediatamente.

Además, la próxima semana se implementará un sistema por teléfono para que la gente no tenga que salir de su casa para platicar con un doctor y de esa manera eviten los riesgos de salir a la calle.

A principio de año el gobernador Gavin Newsom sometió un presupuesto que incluye la ampliación de MediCal a las personas de la tercera edad, y de ser aprobado por la legislatura y firmado por el gobernador, el 1ro de enero del 2021 este grupo tendrá acceso a un seguro médico.

Vaquerano indicó que esa medida sería de gran ayuda ya que se podrá aplicar un sistema preventivo para que las personas de la tercera edad y sin documentos, siendo uno de los grupos más vulnerables en la sociedad, puedan tener una vida más saludable.

Se espera que el primer año, MediCal podría asegurar a por lo menos 27 mil personas de la tercera edad sin documentos.

Sobre la decisión del gobernador, la senadora María Elena Durazo, del distrito 24, y quien sometió una medida el año pasado para darle seguro médico a la tercera edad indocumentada, indicó que esta propuesta le permitirá a las personas prevenir enfermedades para que no terminen en la salas de emergencias.

“Creemos que el sistema de salud para que sea efectivo tiene que incluir a todos los californianos”, expresó Durazo. “De esa forma se tendrá un mejor control en los precios y en la calidad. No podemos tener el mejor sistema de salud si excluimos a dos millones de personas del sistema de salud”.

El Consulado Mexicano una  opción.
Elena Aragón, directora de la ventanilla de salud del Consulado de México en Los Ángeles, dijo que al mes reciben un promedio de mil personas, además de otras 500 personas que llegan a una feria de salud mensual que se realiza con otras organizaciones.

Considera que de las personas tratadas o que se les da información, solo un 10% pertenece a la tercera edad y posiblemente la mitad de ellos no tenga documentos. Incluso, para muchos de ellos, la ventanilla de salud o la feria son la única opción para atenderse.

Aragón explicó que si los pacientes necesitan un tratamiento o presentan problemas fuertes se les recomienda que asistan a clínicas comunitarias o centros médicos no lucrativos.

Al cierre de esta edición, el gobierno de Estados Unidos ya había anunciado su rescate fiscal en el cual las familias recibirían $1,200, pero las personas sin documentos, aunque hayan estado pagando impuestos con su número ITIN, no tendrían derecho a recibirlo.

“Este artículo fue escrito con el apoyo de la beca de periodismo The Gerontological Society of America, Journalists Network on Generations y el Silver Century Foundation”.

Fuente: La opinión | Agustin Durán.

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