El Instituto de Pensiones del Estado de Jalisco (Ipejal) reconoció en Miguel Agustín Yáñez, hijo del ex gobernador e impulsor del Instituto de Pensiones del Estado, el legado de su padre Agustín Yáñez, creador justo de este organismo.
Fue parte de una celebración a la trayectoria de pensionados que aún después de concluir su ciclo laboral, continúan activos aportando su conocimiento a la sociedad jalisciense, convirtiéndose en referentes del cambio social, el Ipejal llevó a cabo la segunda entrega del Premio Agustín Yáñez.
A ellos les entregaron una estatuilla hecha por artesanos tonaltecas, un diploma y la medalla Agustín Yáñez.
El evento se llevó a cabo en las instalaciones del Centro de Atención y Desarrollo Integral para Pensionados (CADIP).
Héctor Pizano Ramos, director del Ipejal entregó el premio a María Amelia Alcántar Gutiérrez y al profesor, José Alfonso Mercado Márquez; y se distinguió la trayectoria de María del Rosario Otero Aguilar.
María del Rosario Otero Aguilar.- Nació el 22 de octubre de 1918 en Guadalajara, Jalisco, es profesora normalista, con 37 años de trayectoria; inició su carrera profesional con tan sólo 16 años impartiendo clases en: Teuchitlán, Ahualulco de Mercado, Magdalena y Ocotlán.
Es la sobrina-nieta del jurista y político tapatío Mariano Otero.
No oye muy bien, pero es muy lúcida y radiante, bromista como ella sola.
Por más de dos décadas, María del Rosario fue maestra, según cuenta. Y cuando sintió que era momento de retirarse a vivir los días de su vejez con calma, no dudó en hacerlo. “Cuando ya sentí que me cansaba, me retiré. Yo era maestra de primaria y secundaria, era una época en la que los alumnos tenían más respeto por el maestro, ahora yo veo que en las escuelas, el profesor es el sirviente de los alumnos, ya no hay respeto para él, y eso es un mal síntoma. Porque (antes) sin necesidad de castigos, ni de jalones de oreja, ni nada, yo los hacía entender que como personas debían de portarse bien, que cuando hacían cosas serias iban a dar a la dirección, yo no fui amante de castigar ni con pellizcos, ni con jalones de orejas, porque eso ni remedia, ni corrige, al contrario, se vuelve peor”.
Así como María del Rosario, hay aproximadamente otros 70 pensionados que viven su vejez en calma y armonía en CADIP, ubicado en Avenida San Jorge 105 en Zapopan. “Aquí estoy esperando ahora que me llamen de allá arriba, que ojalá pase mucho tiempo todavía, pero que sí esté en buenas condiciones, porque para andar en sillas de ruedas o que ya no pueda comer, pues eso ya no es vida. Todavía ahorita me puedo mover yo sola. No me lamento, ni añoro tiempos pasados, vivo lo que se puede aprovechar del presente. Ahora el tiempo es muy sencillo para mí, descansar, dormir temprano, levantarme tarde y saber que ya no tengo urgencia de nada. La vida es como las monedas, tiene dos caras, águila o Sol y yo me voy con la que me acomode más”, reflexionó Otero.
Fuente: El Occidental / Victor Manuel Chávez Ogazón.
El Informador/ Kike Esparza Foto F. Atilano.