La herbolaria, una forma de brujería en extinción por culpa de la medicina
Delia Ocegueda estudia biología en la U. de G. para mantener la tradición.
La gente dice que anda de bruja o acarreando mariguana, mientras ella sube y baja por el empedrado, recolectando plantitas y preguntando para qué sirven a los tecolotes (conocedores de hierbas) más antiguos. Aunque se arraigó en la capital tapatía, es tecolota de pura cepa, nombre que vecinos y lugareños acomodaron a los oriundos de Oconahua, "por brujos", contó Delia Ocegueda con sonora risa.
Radica en Guadalajara. Cree en la ciencia, "aunque mi abuela sí era bruja", confesó. A los 14 años de edad "la señora Natividad Basilio me hizo un conjuro pa' encontrar novio, pero no sirvió, luego me enamoré y me vine a la ciudad", contó entre risas. Trabaja en la sala de su casa -en la colonia tapatía 5 de mayo- donde vive con su esposo, hijos, un perro salchicha, varios gatos y muchas plantas que por su gran número son difíciles de contabilizar.
Delia estudia biología en la Universidad de Guadalajara. Su interés por las hierbas no es gratuito, lleva en la sangre la herencia de un pueblo en el que sus habitantes sobresalieron por la utilización de la magia verde y que todavía hace 40 años -la edad de Delia- transmitían su conocimiento herbolario, que involucra la concepción de lo espiritual, lo anímico y lo benefactor. Oconahua está a 90 kilómetros de Guadalajara y cuenta con tan sólo 2 mil 134 habitantes.(Escrito publicado en el año 2002)
''Los jóvenes sólo conocen la manzanilla''
Mientras conversa en su estudio hechizo con olor a incienso, Delia se mueve entre papeles y fotografías. Contabiliza las cientos de plantas tecolotas que crecen en su pueblo y terrenos aledaños. Por eso las mujeres de esos pueblos cuchichean en torno a su actividad, y la tachan de loca porque vive trepando cerros.
"Quiero rescatar el conocimiento de mis antepasados y transmitirlo a los niños, me preocupa que se pierda. Ya los jóvenes no quieren saber nada de la tradición, nomás saben de la manzanilla". La tradición obligó a Enrique II a enviar a Francisco Hernández a investigar sobre las hierbas mágicas que usaban unos "raros hechiceros".
Delia Ocegueda es fuerte, robusta, pueblerina y sonriente. Recibió la beca del Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias (PACMyC) del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA) y con él adquirió equipo de oficina y fotografía para registrar las plantas. Lleva más de 100 contabilizadas: como ésta, dijo, sacando, de entre un costal de cartulinas, una que lleva prendida la hierba llamada cola de caballo: "es buenísima para las infecciones urinarias, y la salvia blanca -explicó- cura la amigdalitis".
Delia se debate entre la etnobotánica y la taxonomía, entre la herencia de sus ancestros de conjuros y plantas mágicas, y entre credos y rezos.
Delia quiere escribir un libro sobre sus hallazgos: "la herbolaria es una forma de brujería, pero la medicina moderna hizo que la tradición casi desapareciera. En Oconahua todos los remedios se hacían en casa. Si la enfermedad era muy grave nos curaban en Etzatlán".
En la historia de la medicina, los primeros debates de la curandería y la religión desembocaron en la farmacéutica moderna. "Pero hay negligencia respecto al conocimiento antiguo. Las empresas hacen en grande el trabajo que yo hago para los míos, pero ellos para su beneficio. Quiero enseñar a la gente de Oconahua que tiene los recursos en sus manos, sólo tiene que conocerlos y cuidarlos".
Lleva más de 30 entrevistas con viejos tecolotes -algunos ya fallecieron- como don Macedonio, quien le enseñó con qué curar el piquete de arlomo, un raro animal que Delia preserva en formol, que pica, quema y produce llagas y "también debe ser brujo porque 'nomás' vive en Oconahua, en el vivero de doña Teresita, donde también crecen aceitillas, alfalvilla, arrayanes, rosas, orégano, epazote, estafiate, cola de sapo, gordolobo, guaje, granado, guayabas, guasimas, hierbas 'a las muelas' y fresno, que bien usado por María Naranjo -bruja buena y blanca por antonomasia- quita dolencias, fiebres y depresiones''.
Delia incluirá sus investigaciones en una base de datos donde detallará las características de las plantas estudiadas -hasta hoy cuenta 90- que serán herborizadas, secadas, identificadas y clasificadas, para realizar una guía y un miniherbario. Pero mientras esto sucede, la señora tecolota invierte sus conocimientos en los niños de primaria, "que son más ingenuos y participativos que los grandecitos; rápidamente aprenden qué cura la hierbabuena".
Sobre la presencia de animales en su casa, comentó, "dicen que cuando te gustan las palabras y los animales es porque amas y añoras tu origen, y en mi caso, así es", concluyó.
Fuente: La Jornada 22 de junio del 2002
Su libro fue publicado en el año 2009 y lo puede descargar de forma digital