El capitán Fernando Luís Barragán Barragán, fue un
hombre cabal, educado y respetuoso, pero también, durante 37 años, un
funcionario ejemplar que aún recuerdan con frecuencia y cariño muchos
habitantes de Cajeme y Pueblo Yaqui, (Sonora)principalmente. Apenas el sábado 28 de
abril del 2012, a los 89 años de edad (recién cumplidos), finalizó su ciclo en
esta tierra y desplegando las velas de su embarcación se hizo al luminoso mar
inmaterial.
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Nació en Etzatlán, Jalisco, el 21 de abril de 1923.
Hijo de José Luis Barragán Valencia y María Guadalupe Barragán Núñez. Pasó
parte de su infancia y juventud en el puerto de Veracruz; cursó sus estudios en
la Escuela Naval Militar y llegó a ser Capitán de la Corbeta “Virgilio Uribe
Robles”.
Llegó al Valle del Yaqui en 1953 y se casó en 1956
con la Profra. Ma. Mercedes Rosas Cota, originaria de Álamos, Sonora, pero
radicada en Pueblo Yaqui, Sonora.
Tuvieron 4 hijos, Fernando Luis, Ma. Teresa, Gloria
del Carmen y Simbad Barragán Rosas.
En 1957 ingresó al área de Seguridad Pública
en el Municipio de Cajeme, donde después de 35 años de servicio a la comunidad
se jubila como Teniente. Dentro de sus logros obtenidos fue Comandante de
Policía en Pueblo Yaqui, además Delegado de Policía en el Ejido Cuauhtémoc
(Campo 5) y de la Zona Sur en Ciudad Obregón, (Delegación de Policía en la Col.
México).
Apoyó en programas de Seguridad Pública y en
actividades cívicas y culturales a personal militar, presidentes
municipales y funcionarios públicos, entre los que destacan el General José D
Belmonte Aguirre, general Juan Antonio de la Fuente Rodríguez, General Manuel
Torres Valdez, Comandante Reynaldo Pacheco Carrasco, Coronel Raúl Sánchez
Valdés, Cmte. Rogelio Rivera Campa, Cmte. Raúl Urbalejo Gaytán, Ubaldo León
Peña, Renato Félix Saavedra, Rómulo Terrazas Esquer, Carlos López Arias,
Rodolfo León Manzo, Eduardo Estrella Acedo, Adalberto Rosas López, Oscar Russo
Vogel, Jesús Félix Holguín, Emeterio Ochoa Sánchez, Jesús Nieblas, Francisco
Ayala Cota, Baudelio Lugardo, Viviano Alatorre, Gustavo Minjarez Almada, Pablo
Castillón Álvarez y Noé Carrizoza, entre otras personas comprometidas con la
procuración de la paz y la justicia.
“Hemos venido a este mundo a servir y debemos de
servir bien a la patria que nos vio nacer” era uno de sus lemas. Siempre cumplió
con estas palabras.
El Capitán de Corbeta, el hombre justo, profesional
y perseverante, también desarrolló su lado sensible y dedicó parte de su tiempo
a la oratoria y a la poesía.
En uno de sus escritos ahonda en los misterios de
la vida y de la muerte:
La última partida
El jugador frío y de mirar profundo
En sus ágiles manos baraja un mazo
Y sobre el verde tapete del mundo
Mira descender el sol en el ocaso.
Así nuestra vida semeja una partida
Porque en ella todo es juego de azar
Y por eso todos jugamos en la vida
Confiando en la mano para poder ganar.
Como principio del origen de la vida
Preciso es el anhelo de vivir o matar
Y en el azar de nuestra única partida
Nos jugamos todo a perder o triunfar.
En la vida todo el juego es fascinante
Lo enigmático, incógnito o desconocido
Y nuestra suerte es obscura o brillante
Igual que un as en el pasado ha sido.
Así se inquieta el jugador en la partida
Por superstición eterna en que ha vivido
Y que puede ser mucho o quizá demasiado
Desde su inicio en el juego de la vida.
En su partida final contra la muerte
Donde siempre se pierde y no hay opción
Confiado apuesta su resto a la suerte
Esperando solamente un as de corazón.
El juego tétrico y macabro en un instante
Póker de felicidad, ruina, vida o muerte
Y el rostro del jugador frio, indiferente
Sólo confía en su escalera de diamante.
La vida es un mar de sombras, insondable
Envuelta sólo por gris manto de bruma
Negro abismo tenebroso, indestructible
En su eterno desafío de olas y de espuma.
Lic. Gloria Barragán Rosas (Gloria del Yaqui).
Cronista de Pueblo Yaqui, Sonora