Manifestación del Espíritu Santo en la velada de Pentecostés en Etzatlán. Dios tocó los corazones de sus fieles. Muchas y santas bendiciones. Es lo que publicó fray Gabriel Peralta Martínez (las 6 fotos son del evento en la plaza de toros de Etzatlán)
Esta foto me encanta porque se ve
como se desprende de la columna de fuego y una llamarada en forma de paloma,
que bonita impresión.
PARA SABER
La palabra Pentecostés viene del griego y significa el
día quincuagésimo. A los 50 días de la Pascua, los judíos celebraban la fiesta
de las siete semanas (Ex 34,22), esta fiesta en un principio fue agrícola, pero
se convirtió después en recuerdo de la Alianza del Sinaí.
Al principio los cristianos no celebraban esta fiesta.
Las primeras alusiones a su celebración se encuentran en escritos de San
Irineo, Tertuliano y Orígenes, a fin del siglo II y principio del III. Ya en el
siglo IV hay testimonios de que en las grandes Iglesias de Constantinopla, Roma
y Milán, así como en la Península Ibérica, se festejaba el último día de la
cincuentena pascual.
Con el tiempo se le fue dando mayor importancia a este
día, teniendo presente el acontecimiento histórico de la venida del Espíritu
Santo sobre María y los Apóstoles (Cf. Hch 2). Gradualmente, se fue formando
una fiesta, para la que se preparaban con ayuno y una vigilia solemne, algo
parecido a la Pascua. Se utiliza el color rojo para el altar y las vestiduras
del sacerdote; simboliza el fuego del Espíritu Santo.
Los cincuenta días pascuales y las fiestas de la
Ascensión y Pentecostés, forman una unidad. No son fiestas aisladas de
acontecimientos ocurridos en el tiempo, son parte de un solo y único misterio.
Pentecostés es fiesta pascual y fiesta del Espíritu
Santo. La Iglesia sabe que nace en la Resurrección de Cristo, pero se confirma
con la venida del Espíritu Santo. Es hasta entonces, que los Apóstoles acaban
de comprender para qué fueron convocados por Jesús; para qué fueron preparados
durante esos tres años de convivencia íntima con Él.
La Fiesta de Pentecostés es como el "aniversario"
de la Iglesia. El Espíritu Santo desciende sobre aquella comunidad naciente y
temerosa, infundiendo sobre ella sus siete dones, dándoles el valor necesario
para anunciar la Buena Nueva de Jesús; para preservarlos en la verdad, como
Jesús lo había prometido (Jn 14.15); para disponerlos a ser sus testigos; para
ir, bautizar y enseñar a todas las naciones.
Es el mismo Espíritu Santo que, desde hace dos mil años
hasta ahora, sigue descendiendo sobre quienes creemos que Cristo vino, murió y
resucitó por nosotros; sobre quienes sabemos que somos parte y continuación de
aquella pequeña comunidad ahora extendida por tantos lugares; sobre quienes
sabemos que somos responsables de seguir extendiendo su Reino de Amor,
Justicia, Verdad y Paz entre los hombres.
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