TEQUILA
ANTES DEL AGAVE
La región Valles de Jalisco está repleta de vestigios
arqueológicos de los pueblos que habitaron los territorios aledaños al Volcán
de Tequila al menos desde el año mil antes de Cristo hasta la llegada de los
españoles, de lo cual poco se conoce. En 2007, la arqueóloga Verenice Heredia
Espinoza comenzó a recorrer el Paisaje Agavero y se fue extendiendo hasta
ampliar el polígono a 900 kilómetros cuadrados, donde detectó unos mil sitios
arqueológicos de distintas temporalidades.
La profesora investigadora del Colegio de Michoacán explica
que en el sur del volcán de Tequila ya había importantes registros del
arqueólogo Phil Weigand, quien con su esposa Acelia García descubrió lo que hoy
se conoce como Zona Arqueológica Guachimontones. Es así que Verenice enfocó su
investigación más bien hacia el norte del volcán de Tequila, en el territorio
que comprende el Paisaje Agavero, y mapeó todos los vestigios que encontró.
“Lo que tenemos es un mapa con manchas de ocupación y
registramos en cuántas hectáreas se extiende cada uno. Podemos ver el cambio de
los sitios en el Posclásico, en el Epiclásico, en el Formativo. Tenemos toda la
historia de ocupación, no solo de la época de los Guachimontones, lo que nos
permite compararnos con otras zonas de Mesoamérica”.
En la primera etapa, Heredia Espinoza realizó transectos
(trayecto a lo largo del cual se realizan las observaciones o se toman las
muestras para un proyecto científico de investigación) durante 19 meses de
trabajo de campo, entre 2007 y 2011, en 464 kilómetros cuadrados, donde
encontró 127 lugares de la tradición Teuchitlán. De éstos, 37 eran
guachimontones y el resto eran sitios donde había “casas perecederas, con
lítica, cerámica, piedras aisladas, que se ven como un montón de cosas en un
lugar, pero todo eso también es un sitio aunque no haya arquitectura”.
Este trabajo permitió ampliar los mapas que ya habían hecho
otros arqueólogos como Phil Weigand y descubrió que después de la tradición
Teuchitlán, siguió habiendo poblaciones, pero fue un periodo olvidado porque la
arquitectura no era tan vistosa.
Paralelamente, Verenice Heredia buscó recursos
internacionales para ampliar el proyecto hacia los poblados de Magdalena, San
Juanito Escobedo, Etzatlán, Oconahua, San Marcos, para lo cual se asoció con el
doctor Cristopher S. Beekman de la University of Colorado, Denver. Ambos
arrancaron el Proyecto Arqueológico en la Cuenca de la ex Laguna de Magdalena,
Jalisco.
“Nos interesaba la etapa tempranísima antes de los
guachimontones, porque se hablaba de que había tumbas, aldeas anteriores a la
tradición Teuchitlán. Lo primero que tenemos que ver es si había arquitectura,
porque Phil hablaba de la destrucción y queríamos reconstruir la laguna a
través del tiempo y ver cómo la gente se movió dependiendo de los niveles de la
laguna”.
En el Epiclásico (entre el 650 y el 1000 d.C.), después de
la caída de los guachimontones, la laguna se hizo más pequeña, hubo cambios
regionales “interesantísimos, no solo aquí, sino que encontramos cerámica
parecida en Guanajuato, en el norte, en muchos lados, como que es época de
gente que entra y sale, llevando sus ideas a otros lados”.
Entre todos los sitios detectados, algunos son de
arquitectura circular, otros son simples casitas o conjuntos de materiales como
metate, cerámica, herramientas, piedras, “y todo es importante”.
–¿Qué encuentras en el norte en contraste con el sur del
volcán, que ya había estudiado Phil?
–Apenas estamos analizando la cerámica, falta fechar para
poder hablar de periodos. Pero lo que ya sabemos es que en la zona lacustre hay
menos guachimontones que en la parte árida (del Paisaje Agavero, en Amatitán,
Tequila, El Arenal). En el polígono de la ex laguna encontramos no más de 20
sitios con arquitectura circular.
Otra cosa interesante es que donde Phil estimó que había
chinampas, no hay gente. Es una pregunta que queremos contestar: ¿quiénes
estaban asociados a estos grandes sistemas agrícolas de humedales?, porque por
ahí no había grandes asentamientos.
Con la caída de los guachimontones, la arquitectura monumental
se construyó en el sur, se habla de que podría ser que por ahí había una ruta
comercial. En el norte del volcán hay más sitios, pero con arquitectura
modesta, es difícil encontrar edificios cívico ceremoniales, administrativos,
casi todo es residencial.
También hay sitios enormes en campos de cultivo de agave
(entre Amatitán y Tequila) donde ya plancharon toda la arquitectura, solo queda
un montón de cerámica, lítica, fragmentos de herramientas, piedras que fueron
utilizadas para casas. Si había algo, no lo sabemos; es más complejo
reconstruir el pasado.
Después
de guachimontones
Del periodo Posclásico (900 al 1500 d.C), Verenice y
Cristopher encontraron cientos de terrazas y estructuras en un cerro de lo que
hoy es el municipio de Magdalena, de los años 1200 al 1500 d.C. No hay registro
de cerámica de etapas anteriores.
Heredia Espinoza comenta que es como una ciudad que
acaparaba todo, en contraste con el resto del valle de Tequila, donde había
muchos sitios pero pequeños. “La arquitectura es sencilla, de lo que Phil
Weigand llama corrales, que son estructuras en C con doble muro. También hay
pequeños montículos con plazas, pero nada como un guachimontón. La arquitectura
se hizo modesta y no significa que sean pueblos que ‘retrocedan’, sino que
cambian sus formas de ver el mundo, de organizarse, y eso es lo más importante:
nos hace preguntarnos por qué ya no querían monumentos, por qué preferían
placitas y montículos aparentemente rituales, por qué es difícil detectar a la
élite. Parece que no había muchas jerarquías, que tenían estructuras
organizativas más horizontales y no tan verticales”.
Los sitios del Posclásico se localizaron principalmente en
cerros, en lugares con paisajes privilegiados. Esto puede deberse a una
estrategia defensiva ante los ataques de los chichimecas y del imperio tarasco,
que comenzaba a acercarse hacia el valle de Tequila.
“Sí vivían en alerta permanente, era una zona multiétnica,
con gente de muchos lugares, se hablaban muchas lenguas. Pareciera que ahí no
había una cabecera como lo fue Guachimontones, en el sur, así que quizá entre
ellos tenían alianza para hacer frente a los enemigos. Con la llegada de los
españoles, la gente huyó o los bajaron de las zonas altas y los congregaron en
los pueblos”.
–¿Qué se puede interpretar de esta región?
–Lo que vemos aquí es que no hay nada arcaico, no tenemos
nada de la era del hielo. Los nómadas podrían dejar puntas de proyectil, pero
por la forma que recorrimos todo, sería difícil encontrarlas, porque tendríamos
casi gatear para encontrar algo. La evidencia más temprana de los primeros
pobladores sedentarios la encontramos en la ex laguna de magdalena, desde
Magdalena hasta Etzatlán. Son sitios del 1000 al 300 antes de Cristo. Después
del 300 antes de Cristo, comienzan los guachimontones y hay un incremento
poblacional. Nos falta afinar la cronología de esa época porque la tradición
Teuchitlán llega hasta el 450 después de Cristo. Son 700 años y no sabemos si
un guachimontón se construyó en el año cero o en el 450, para eso tendríamos que
excavar cada lugar. En la tradición Teuchitlán había más arquitectura vistosa y
después de su caída, transformación o lo que haya sucedido, hubo un cambio
radical.
La arquitectura cambia de circular a rectangular, de
cerámica como de cascarón de huevo que llamaba Phil, a una más burda, con
diseños distintos. Es un momento de transformación, pero en una época en que
hubo cambios en toda Mesoamérica y esta zona no estaba aislada del mundo. Quizá
del 900 al 1500 después de Cristo hay más continuidad, no hay cambios tan
drásticos.
–Todavía arrastramos la idea de que en el Occidente no hubo
nada antes de los españoles
–Cuando dicen que acá no hay nada es porque no tenemos un
Teotihuacan espectacular. Pero es una idea racista de no querernos contactar
con el pasado, de decir: “qué bonitos los indios, pero yo no soy”. Lo que
estamos viendo en esta región (los valles de Tequila) es lo que sucedió antes
de que llegaran los españoles y todos nosotros somos el resultado de esta gente
(…) Estos pueblos pueden enseñarnos mucho, a organizarnos de forma no
jerárquica, más colectiva; eso podemos aprenderlo del pasado. La arqueología no
son piedras y huesos, es lo que esto nos dice de nosotros, entonces creo que es
importante cuidar, lo que ya está planchado pues ya ni qué hacer, pero sí quizá
conservar lo que todavía hay porque todavía hay muchas preguntas que podemos
responder.
PERFIL:
Dra. Verenice Heredia Espinoza
Profesora investigador titular del Colegio de Michoacán.
Estudió el doctorado Antropología en Purdue University (2005). Es directora de
dos proyectos en los Valles de Tequila, el primero sobre el Paisaje Agavero y
el otro lo realizó en co dirección con el Cristopher S. Beekman de la
University of Colorado, Denver (Proyeto Arqueológico en la Cuenca de la ex
Laguna de Magdalena, Jalisco). Además es directora del Proyecto Arqueológico
Teuchitlán. Sus investigaciones se enfocan en la organización política y económica
de los valles de Tequila a través del tiempo integrando diversas fuentes de
información arqueológicas (excavación, recorrido, análisis de materiales)
etnohistóricas y etnográficas.
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