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28 julio 2018

Vacaciones inolvidables en Etzatlán 28/jul/18

En el verano de 1989 fueron unas vacaciones inolvidables en el municipio de Etzatlán para el pequeño Luis.

Fue su primer periodo vacacional fuera de la zona metropolitana de Guadalajara.

El y su familiar fueron invitados por unos vecinos que tenían unos conocidos en el municipio.

Inició sus vacaciones un sábado por la mañana abordando el autobús en la central vieja.

El recorrido para él fue muy largo.

Nos narra que recuerda que estaba en construcción la línea 1 del tren ligero en la zona sur.

A él le gusta viajar en el lado de la ventanilla para ir viendo el paisaje.

En Tala se sorprendió que llegaran los vendedores, de elotes y cacahuetes, por el lado de las ventanillas. Y pidió a su mamá que le comprara un elote.

Ya llegando a la central de Etzatlán, que se ubicaba en donde hoy es la Casa de la Cultura, fueron al mercado a comprar algunas cosas para comer.

Fueron a dejar los insumos y sus maletas a la casa donde se iban a quedar.

Ya en la tarde noche fueron a visitar a unas personas y a comprar quesos por el rumbo   de las escuelas franciscanas.

Ya de regreso,  llovió un poco fuerte y recuerda que pasó por unos chorros de agua que caían de unos tipos tubos que salían de los techos.

Llegaron a la casa, se bañó. Cuando estaba cenando se escucharon las campanadas de la bendición. El señor de la casa, le explicó a Luis la tradición que hay en el municipio.

El domingo por la mañana se fueron a la Cruz de Quezada y recuerda Luis que por el rumbo de Santa Clara el arroyo estaba muy crecido y con alguna dificultad lo cruzaron.

Ya en la noche fueron un rato a la Plaza principal y quedó admirado de que las muchachas y muchachos dieran vueltas en sentidos contrarios y que en algunos casos los jóvenes les daban nardos a las damas.

En la noche cenó unos mangos con almíbar y leche que había hecho la casera.

El resto de la semana se fue a distintos puntos del municipio. Luis se baño tanto en el arroyo de Santa Clara como en la piedra lisa.

Se divirtió en los juegos de la Gigantera, visitó los templos del municipio y compró raspados del puesto de madera.

La semana se le fue muy rápida y se quedó con muy buenos recuerdos del municipio.

Si usted nos quiere compartir su historia sobre alguna anécdota de Etzatlán, puede escribirnos al correo docpr1276@gmail.com

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