Les presentamos algunos fragmentos de lo escrito y ponemos la liga para que sigan con la lectura.
Claroscuro : Victoria (1990) -Séptima Parte-
11.- David Chaparro estaba tan encariñado con la escuela
que siempre buscaba qué hacer más para embellecerla. Desde que llegó a laborar
cuando el supervisor se lo trajo a Oconahua desde un pueblo llamado El Montoso,
municipio de Quitupan con la encomienda de “fregarse” al maestro encargado
Marco Antonio quien tenía harto por sus bravatas a Raúl González, que como
supervisor no sabía qué hacer con el tuxpeño...
12.- Mi tragedia personal
me hace que viva en Etzatlán, una bella ciudad de tanta tranquilidad y de
tardes de gigantes y el cielo abierto a los cantos ceremoniales de la poesía y
el ajedrez al lado de mis cómplices de la felicidad. Le digo a doña Victoria y
se entristece, pero entiende que ante el corazón no hay dominio que valga. Una
maestra que trabaja en San Rafael pasa por mí siempre temprano en su carro
blanco y el regreso es en la camioneta que familiares de uno de los alumnos
Testigos de Jehová los transportan todos los días…
13.- Siempre preguntando,
en la era prefacebook, por ella de cualquier manera nos la ingeniamos para
saber que está bien. La acompañan algunos familiares y viven con ella como su
nieta Araceli, vecinos que le hacen los mandados o en veces la comida.
Duramos algunos meses sin
verla hasta que en una clausura nos proponemos ir a visitarla y la encontramos
junto a la puerta sentada y mirando al horizonte como si presintiera nuestra
llegada. Vamos acompañados con una botella de tequila y desvelados para brindar
con ella hasta que se hace noche.
Algunos alumnos del último
grupo con el que laboré, llegan para decirme que ayer fue su fiesta y que los
maestros, los inquilinos que se quedaron de nuestra amada escuela, no querían
que la generación llevara mi nombre y que en la iglesia les exigían que
quitaran esas malditas y odiadas tres palabras: Rigoberto Guzmán Arce…
UN FRAGMENTO DEL POEMA
El amor
al río y al fuego en la montaña./ Dueña del olor y sabor del mundo./ Ahora me
mandan decir que ya no caminas/ tus ojos tienen nubes y tu piel parece de
papel/ tienes el pelo y memoria suave como niña./ No saben que ya tienes
tiempo/ muchísimo tiempo volando/ con las golondrinas que se van y
regresan”…continuará el próximo viernes.
Estas son las publicaciones
anteriores.
Claroscuro
: Victoria (1990) -Primera Parte-
Por Rigoberto
Guzmán Arce
Dedicado muy especial doña Socorro y doña Ángela que en
paz descansen y a todos los descendientes de Montes Santos y Navarro Santos y
sobre todo a mi amigo ingeniero David Chaparro Corral de grandes batallas…saben
del gran afecto que les tendré siempre, más allá de los siglos y las estrellas.
1.- Victoria, nombre santo y sublime, celestial y
terrenal. Llegué a tu vida como en busca de aventuras para remediar males en
una escuela vilipendiada y que con gallardía se defendía y sin saber lo que me
esperaba, recibiste a este iniciador de poemas y predicador de revoluciones.
En una mañana cualquiera en Ameca entre el reposo de
familia y la acción intensa sindical, don Alfredo Ibarra y David Chaparro,
representantes de los padres de familia y de la escuela telesecundaria
Francisco Zarco, se prometieron llevarme a trabajar de manera temporal a
Oconahua, para reforzar trabajo, sudores y sufrimientos, pero también alegrías.
Don Alfredo, viejo conocido apodado, en La Estancia de
los López, Nayarit, “El Panadero”, por este oficio dedicado por años en la
tierra del cacahuate y del tremendo equipo de fútbol El Atlas cuyo toque de
balón de todos los integrantes era la belleza colectiva en la era preEspaña. Me
tocó jugar con ellos y regaño tras regaño recibía porque no sabía jugar tanto
para los demás. Metí un gol burlándome a todos los jugadores, de esos que metía
con El Vaqueros y nadie me felicitó
porque no respeté las reglas de ir tocando estilizado y bonito en cada parte
del campo como si fuera una bella partida de ajedrez…
2.- Domingo de luna llena, la noche se canta y se aúlla,
mientras en silencio contemplo un festival religioso en la plaza antigua de la
población donde mi primera impresión era de arrepentimiento. Resistían mis
pensamientos revueltos y mi cuerpo desesperado estar en este lugar y apenas iban
dos horas de mi vida. Impresión inicial ante lo lejano que sentía y eso que la
carretera de la franja Tala-San Marcos pasaba a unos cuatro kilómetros de este
sitio….
3.- Victoria y su primera sonrisa al verme llegar y mi
cálido abrazo al sentir su alegría de ochenta y seis años y darme la bienvenida
en la tarde de aquel domingo. Lo primero: sus ojitos pequeños y chispeantes,
después sus brazos largos y heroicos, enseguida su mandil sempiterno y lo
último, lo excelente para conversar que durante la cena me conmovió por la
hermosura de sus palabras y sentada cobijando su cuerpo y sus manos habladores
en el movimiento de la amistad…
Claroscuro;:
Victoria (1990) -Segunda Parte-
Con el paso de los días y el rumiar en las noches antes
de dormir pasaba el tiempo de trabajo. Los alumnos de tercer grado tuvieron
empatía como Isabel, Carlos regalado,
Reinalda, Yuvi Huerta, Gabriel Álvarez
y los chicos y chicas de segundo grado Gabriela Montes, Mago Adán,
Mariana Gutiérrez, los hermanos Arvizu, Agustín de San Rafael, Cecilia Molina,
“Sori”, Alfredo, el alto que siempre se agarraba el pelo ante sus nervios, la
hija del boticario, María López, Yuvi Huerta, Consuelo Figueroa, me hicieron
creer que era posible un mundo mejor en esta zona de batallas cotidianas.
Sobresalía un alumno de primer grado: Yulios, que ya se
ponía el overol de artesano y le gustaba lo relacionado a las bellas artes y
ante la ausencia de la señora de la casa número 31 de la calle Moctezuma, él se
ponía el mandil para irse a la cocina y deleitarnos con tacos de frijoles o
tostadas magnificas de atún.
Fuimos distinguiendo a los más distinguidos jóvenes que
nos representarían en las Jornadas deportivas y culturales, llevándose a cabo
en nuestra comunidad. La algarabía de los concursos y el quedar con tantos
trofeos en las manos y sentimientos de los jóvenes nos dieron la oportunidad de
convertirnos en conejos de saltos de calidad.
Claroscuro
: Victoria (1990): -Tercera Parte-
4.- Victoria Santos Rosales se casó con Lorenzo Santos
Arreola y procrearon dos hijas, Ángela y Socorro. Se llenaron de nietos. “Aquí
en esta casa, al fondo de este pasillo, en ese fogón y pretil, preparamos las
ollas y cazuelas de comida para mucha gente cuando se me casaron mis hijas.
Ángela con Miguel Montes y Socorro con Rafael Navarro…
… Era un hervidero de comida y de gente ayudándome. Me
agarraba la botella de aguardiente y entre trago daba órdenes, que ya saquen la
birria y ahora hagan la salsa. A ver tú, fulana de tal échale más leña para que
sigan haciendo tortilla en el comal, hay que poner el arroz y póngale más caldo
a los frijoles...
Nos regresábamos los tres tomados del brazo como una
manifestación en la campaña de la amistad para recorrer esa calle de casas
altas y antiguas y ella como una guía histórica donde cada lugar significaba
tanto en su delicado corazón. El polvo y las callejuelas, la tienda de Octavio,
los humanos en su procesión del espacio y tiempo; la mamá de los profesores
Álvarez Sandoval.
El horizonte del caserío y la diversidad del verde y
nosotros abriendo la puerta y ella envuelta en sus nebulosas del recuerdo:
“Entrando en este batiente murió mi esposo Lorenzo…traía su bomba de
fumigar…venía de su parcela”…
Claroscuro
: Victoria (1990) -Cuarta Parte-
5.- Otra vez en nuestro templo de la conversación
nocturna, en la tranquila cocina.
Escuchando absortos las maravillosas historias cuando de joven vivía en
el río huyendo de Los Cristeros que andaban enfurecidos con todo indicio por
falta de apoyo. Del tema original surgen más por la enorme capacidad y memoria
y sobre todo de la facilidad de platicar y el sentido común de tratar de
comprender las interrogantes y las respuestas de la vida.
El hilo conductor de Victoria nos lleva cruzando los
años. De pronto se escucha que alguien abre la puerta. Paramos las orejas como
los conejos. Se escucha una marcha militar, órdenes solemnes como el paso
corto, paso de costado, alto ya, marcar el paso.
Atentos oíamos los recorridos que se llevaban a cabo en
la sala. Viene la marcha triunfal dedicada a doña Victoria. Ante nosotros se
acerca don Trini, anciano de 85 años. Trae la nostalgia de haber sido en los
años treintas, guardia rural y en un arranque de virilidad, hombría y cortejo
sigue marchando en los pocos espacios disponibles de la cocina.
Claroscuro:
Victoria (1990): -Quinta Parte-
6.- La escuela era amplia y con dos construcciones, la
cancha de básquetbol a cielo abierto, su patio cívico rodeado de pasto y flores
donde se compartía espacio con la cancha de volibol. Me gustaba por sentir el
viento de las montañas y cuando llegaban los días de mañanas oscuras nos
quedábamos en el salón para llegar a tocarme la melancolía con sus manos de
lluvia y recordando tanto.
Los docentes éramos cuatro, David Chaparro como maestro y
director, el impredecible Juan Sandoval y Julián, profesor de los dos fuegos;
profesores que no se sentían comprometidos con la causa y los enredos, ellos
daban sus clases a su viejo estilo y tildaban que David era el provocador. Para
ellos era sencillo porque vivían ahí y sus relaciones eran más que una simple
escuela…
También teníamos de esos jóvenes que llevaban mariguana a
la escuela para fumarla o presumirla; cartas de póquer con mujeres y hombres en
estados desnudos y sedientos de placer. Descubrir complicidades y de lo mejor
de los alumnos visualizar sus curiosidades y tentaciones. El advenimiento de
diez jóvenes Testigos de Jehová que no los aceptaron en una secundaria de
Etzatlán y llegaron en éxodo a nuestra Institución.
Tuvimos que discutirlo y al final consideramos que aunque
no saludaran a la bandera, ni cantaran el himno nacional tenían el derecho de
estudiar. Los recibimos un lunes en los honores y los padres como testigos y
convencer a los alumnos preguntones…
Claroscuro
: Victoria (1990) -Sexta Parte-
7.- Las golondrinas llegaban cada verano. Las hembras se
estacionaban entre los mecates colgados, los tendederos, dentro del baño, entre
las vigas, en las esquinas oscuras, junto a las ventanas para hacer
pacientemente sus nidos. Se diseminaban y dominaban el espacio aéreo de la casa
antigua. Tomaban el control del polvo…
8.- También me sentía una golondrina que todos los
viernes me despedía y el lunes de bruma regresaba. Los viernes pedía salir un
poco más temprano para esperar el camión de los transportes azules y blancos
ATE. Me acostumbré llegar al famoso “Tianguis” y compraba cassettes de música
de Los Muecas, Los Solitarios, de Los Ángeles Negros, de Dyango para
escucharlos con tanta pasión en El Rosario cuando esperaba mujer con vestido
lindo y ojos preciosos con dos cachorritos que era la alegría en comunión.
9.- Se fueron quedando en mi vida alumnos como Alonso
Basilio, chico risueño; Ángel Acosta, inteligente y sobresaliente, Oli Gómez,
cariñosa y buena conversadora, Hada Ortiz, cumplidora; Berenice Bernal de San
Rafael de excelentes trabajos y de opiniones centradas…
10.- Una tarde reposada, apacible por la lectura de La
Jornada, mientras David dormitaba oímos de pronto golpes duros y fuerte cuando
la puerta se abrió de par en par se levantó doña Victoria asustada cuando
escuchó varias veces su nombre. Un carro partió. Nosotros tratando de imaginar
qué era cuando llegó el sonido de que la señora de la casa se sentó y la voz de
un hombre bravío.
No pudimos saber de la conversación, duró como seis
minutos y abruptamente se abrió de nuevo la puerta. Nos levantamos y vimos una
silla de montar, sogas ordenadas y cartones amarrados bajo unas cobijas y unos
sombreros pegadas a una pared.
Le preguntamos a doña Victoria ¿qué pasó? Respondió
“viejo cabrón, vino Miguel Vidrios, una vieja amistad que nunca pensé que lo
volvería a ver. Vino a decirme que se iba a quedar a vivir conmigo, que ya se
había cansado de recorrer mundos y era necesario compartir la vida ya entre los
dos porque ya estábamos viejos…
… Se trajo sus cosas, vino en un taxi. Yo pensé que era
una broma, pero me puso una condición: que los corriera. Me dijo córreme a esos
pinches maestros. Que los mandara mucho a la chingada. Le dije que el único que
se iba a ir mucho a la chingada: era él. Agarró su morral y me dijo que luego
mandaba por sus cosas. Ja ja ja ja ja”…continuará el próximo viernes.
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