Intoxicados
por los pesticidas
La exposición a plaguicidas usados en la
actividad agrícola provoca afectaciones neurológicas, cognitivas y al
desarrollo de los niños, comprobó investigación de la UdeG en la región Valles.
Su importancia radica en que es posible revertir los daños provocados en la
temprana edad.
Foto: David Valdovinos |
Un estudio realizado con niños menores de cinco años
originarios del municipio de San Martín Hidalgo, Jalisco, estableció que
aquellos mayormente expuestos a plaguicidas utilizados en la actividad agrícola
presentan afectaciones en sus capacidades cognitivas, de lenguaje, sociales y
motoras, así como en su desarrollo neuronal.
La investigación fue encabezada por Nancy Núñez Sandoval,
estudiante de la maestría en Ciencias de la Salud Ambiental, de la Universidad
de Guadalajara (UdeG), quien analizó a un grupo de 40 niños, con el objetivo de
medir su grado de exposición a estas sustancias químicas.
Núñez Sandoval elaboró un índice con más de 30 variables,
que le permitió hacer una escala y determinar si los menores tenían un alta,
media o baja exposición.
“Se hizo observación directa y seguimiento cercano con
ellos y con sus padres. Se revisó si hubo exposición prenatal, si conviven con
personas que aplican plaguicidas, y si éstas realizan actividades de riesgo,
como lavar equipo en su casa. Además de otros factores como la cercanía a la
escuela o a su casa”.
El resultado fue que el 25 por ciento de los niños
están en el rango más alto,
principalmente los hijos de padres campesinos, quienes frecuentemente incurren
en malas prácticas de manejo de los productos dentro del hogar.
“Actividades como lavar ropa contaminada, almacenar envases
en los patios o el lavado incorrecto de los alimentos... Más del 50 por ciento
refieren no utilizar ninguna protección durante la aplicación, y cuando lo
hacen emplean un pañuelo que no protege en gran medida”.
La investigadora dijo que a esta situación se agrega el
riesgo de intoxicación directa. “En datos que obtuvimos de 2013, resulta que el
25 por ciento de los casos de intoxicación aguda eran menores de cinco años”.
Para la evaluación del neurodesarrollo y la actividad
cerebral de los menores, Nancy Núñez Sandoval se apoyó de Jahaziel Molina del
Río, profesor investigador del Centro Universitario de los Valles (CUValles), y
de las estudiantes de la licenciatura en Psicología, Johana González Pelayo y
Saira Zárate Díaz, originarias de la región.
A los menores les aplicaron la Prueba Evaluación del
Desarrollo Infantil (EDI), con la que se valoran los riesgos biológicos en
cinco áreas del neurodesarrolllo: lenguaje, motriz —fina y gruesa—,
sociabilidad y conocimiento.
Los resultados de esta evaluación revelaron que los niños
que obtuvieron resultado de rezago en el desarrollo, fueron aquellos ubicados
en la categoría de alta exposición, según la medición previa realizada por la
investigadora.
“A excepción de uno, notamos que los niños no tienen el
desarrollo de motricidad fina adecuado, lo cual está muy asociado con la
exposición a plaguicidas, mayormente con los organofosforados, que son aquellos
que más se aplican en la localidad”, dijo Nancy Núñez.
Explicó que un niño con retraso en motricidad fina lo
refleja en su desempeño escolar. Por ejemplo, no logra escribir bien por
razones simples, como no poder mantener firme el lápiz.
Desarrollo
neuronal
Las pruebas neuronales fueron efectuadas con un
electroencefalógrafo del Laboratorio de Neuropsicología del CUValles, a cargo
de Jahaziel Molina, en los diferentes preescolares a los que asisten los
menores.
El académico detalló que evaluar la actividad eléctrica
cerebral de los niños da indicios de su nivel de desarrollo madurativo
cerebral.
“El estudio se hizo en 32 niños. Los dividimos en dos
grupos: los que tenían mayor grado de exposición y los que tenían un menor
grado. Luego comparamos los resultados de ambos”.
El resultado fue que el grupo con mayor exposición presentó
índices de retraso madurativo.
“Presentaban un patrón característico de ondas lentas, que
se asocia a un retraso en el desarrollo, o a que no se ha adquirido la edad de
desarrollo cerebral adecuada”.
Molina del Río explicó que este retraso se traduce en
trastornos de aprendizaje escolar relacionados con la habilidad lectora, con la
escritura o el cálculo mental.
Precisó que este estudio fue exploratorio, básicamente para
definir si había diferencias según el grado de exposición, pero que el objetivo
será investigar más a detalle para describir el tipo de afectación en funciones
cerebrales específicas.
En un segundo proyecto harán estudios a niños de primaria y
adolescentes de secundaria, para determinar si hay daño también en estas
edades.
El profesor del CUValles agregó que estos retrasos podrían
explicarse por las sustancias químicas de los plaguicidas, ya que tienen un
grado de neurotoxicidad que afecta de manera directa a células o tejidos del
cerebro.
“Ya se ha comprobado en modelos animales que a mayor índice
de exposición al pesticida hay un mayor deterioro en el tejido cerebral. Una de
las ventajas es que nuestro modelo lo estamos realizando en humanos”.
Soluciones
Los investigadores refieren que parte de la importancia de
este estudio radica en que en la actividad agrícola en México se utilizan más
de 120 mil toneladas de plaguicidas al año, por lo podría estarse repitiendo en
otras comunidades con características similares a las de este municipio.
La investigadora refirió que en esta ocasión el estudio fue
realizado en San Martín Hidalgo por la disposición de las autoridades del
municipio y escolares, que permitieron la evaluación de los infantes, así como
por el apoyo de los padres, además de que el setenta por ciento de su
territorio es dedicado a la agricultura, principalmente al cultivo de maíz.
“Queremos que se generen políticas públicas que permitan la
supervisión de la aplicación de estas sustancias, y que el gobierno se
comprometa a generar información para los agricultores”, señaló Nancy Núñez
Sandoval.
También aseveró que en otra etapa del proyecto trabajarán
en conjunto con las autoridades municipales para generar estrategias educativas
con los agricultores, las que permitan replantear la precepción del riesgo y
cambien las conductas erróneas, de manera que disminuya el riesgo de los
infantes.
Además organizarán talleres de estimulación temprana para
explicar a las madres qué hacer para reducir la afectación que presentan sus
hijos.
“La ventaja del cerebro de los niños es que tiene una mayor
plasticidad. Sí es posible revertir daños causados por el ambiente en etapas
tempranas”, concluyó Jahaziel Molina.
Fuente: La Gaceta U de G / Karina Alatorre
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