Al martes de Carnaval, lo anteceden seis días de alegres fiestas, llenas de un colorido y musical júbilo, que comienza un jueves, ese día además de la algarabía, se corona a una gentil damita, como la más hermosa Reina de todos los etzatlenses, ¡ha! Y desde luego, también se corona a: "El Rey Feo”, para después atestiguar el incógnito destape del que va a ser nombrado como: “El Mal Humor” escogiendo para esto a un famoso personaje de la vida cotidiana de nuestra ciudad, al cual más tarde se le dará por muerto, dejando a sus deudos un interminable testamento, mencionando a cada uno, como único legado unas cuantas líneas en forma de versos chuscos, y otros no tanto los mismos que se leerán ante la multitud congregada en la Plaza Principal.
Después de que se leyeron los versos se conduce el ataúd del finado, hasta el centro de la Plaza Principal, para prenderle fuego y entre la tracatera de los cuetes y el chiflido de los “buscapiés”, quede totalmente incinerado el famoso “Mal Humor”, dando de esa manera principio a seis días de fiesta.
Los días, viernes y sábado, se preparan para el “Convite” (11:00 a.m., por lo regular lo integran vaqueros y damitas a caballo, uno de ellos porta un estandarte y otro jala a un toro, adornado con listones multicolores, a este se le conoce también, como: “El toro de once”) se invitaba a comer a la gente humilde.
Las personas que fueron invitadas a lo que más tarde será el “Recibimiento” (12:a.m.) ahí se ofrece una comida a los invitados donde hay música y cantantes de ranchero, de ahí, aproximadamente a las 15:30 hrs., se ofrece un jaripeo o corrida de toros.
El domingo, se convierte en el mejor día, pues las calles se visten de gala, dada a la majestuosidad del evento, a las 10:00 hrs. en punto, da inicio un bullanguero desfile, donde la armonía cadenciosa de hombres y mujeres, se mezclan dando un sabor muy espectacular al evento.
La música sabrosa del trópico, hace que los cuerpos de los participantes se contoneen, contagiando a los boquiabiertos espectadores, quienes al ver pasar a la mojiganga, espolvoreando con harina su alegría, ríen contagiados del sabroso ritmo, admirados por las payasadas y bromas que se propinan los jóvenes “travestís”, que al sonido rítmico de las “batucadas”, bailan por las principales calles, con el único fin de brindar felicidad a toda aquella persona que la requiera.
El lunes, ese ya tan famoso, “San Lunes” el mismo en que muchos aseguran de que las gallinas no ponen, se festeja el día de igual manera que el viernes y el sábado, concluyendo el meritito martes de Carnaval, ya sin nada en particular, puesto que la fiesta grande se realizó el domingo, y concluye con un día idéntico a los anteriores excepto, a lo que fuera jueves y domingo.
¡Visita Etzatlán! Un lugar para todos.
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