Este día del Niño y la Niña las y los adultos debemos reflexionar acerca de los problemas y retos que enfrenta la niñez mexicana.
El día del Niño y la Niña debería ser para celebrar. Celebrar su existencia porque todos los días nos regalan sonrisas, ilusiones, muestras de bondad y solidaridad; nos enseñan que la imaginación y los sueños son un gran motor para vivir en plenitud.
Pero en México, millones de niñas y niños no pueden celebrar porque la pobreza y la violencia ensombrece cualquier ambiente festivo. La dura situación que viven, ahora intensificada por el Covid-19, ha vulnerado muchos de sus derechos.
Por ejemplo, el derecho a la salud sigue siendo un tema pendiente. En 2018, menos del 20% de menores de un año contaban con el esquema completo de vacunación, y se proyecta que este escenario empeorará con la pandemia. De igual manera, su nutrición y desarrollo están comprometidos, ya que uno de cada cinco menores de cinco años tiene malnutrición.
Su educación también ha tenido afectaciones sin precedentes: se estima que alrededor de 3.6 millones abandonaron la escuela en el ciclo 2020-2021, los cuales podrían sumarse a los 3.3 millones de niñas y niños que realizan trabajo infantil. Sin embargo, el gobierno mexicano no ha implementado un plan para restituirles su derecho a la educación.
Además, miles se han quedado en orfandad por distintas causas, pero de forma alarmante en los últimos años, por las altas tasas de feminicidios, homicidios y, ahora por el Covid-19. Pese a ello, no hay datos oficiales respecto a este tema, ni un programa integral que les proteja.
Los índices de violencia contra menores de edad también han incrementado. Tan solo el año pasado, fueron asesinados diariamente cinco niñas, niños y adolescentes, y hubo nueve feminicidios de niñas y adolescentes cada mes.
Estas situaciones demandan una actuación más responsable y firme por parte del gobierno mexicano. Es urgente fortalecer política, institucional y presupuestariamente al Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), para que el Estado cuente con toda la capacidad necesaria y cumpla con su obligación de garantizar los derechos de la niñez.
Cuando todo esto se cumpla, entonces sí podremos celebrar que ellas y ellos viven con bienestar, dignidad y plenitud; mientras tanto tenemos que reflexionar para poder cambiar esta realidad.
Fuente: forbes.com.mx / Texto Josefina Menéndez quien es directora general de Save the Children
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